Cada año, cientos de montañeros necesitan ser rescatados en España. Algunos, por inexperiencia; otros, por subestimar los peligros del hielo y la nieve. Solo en Aragón, en 2024, la Guardia Civil realizó más de 600 intervenciones en montaña, con casi 950 personas auxiliadas y 25 fallecidos. A nivel nacional, entre enero y julio de 2023, se llevaron a cabo 633 operaciones de rescate, con casi 900 afectados. En la mayoría de los casos, la sobreestimación de las propias capacidades y la falta de atención estuvieron detrás de los accidentes.
Ante esta realidad, la formación se convierte en una herramienta clave para reducir riesgos. Y eso es precisamente lo que busca el Club de Montañismo Montañas de Trevinca, de A Veiga, con las jornadas de seguridad en montaña invernal que organiza este fin de semana. «La montaña no está de mal genio, simplemente es así. No avisa con palabras, pero siempre da señales. Lo difícil es saber interpretarlas», explica Cholo Fernández, presidente del club.
Este curso está pensado para quienes quieren iniciarse en el montañismo invernal sin cometer los errores que cada año obligan a desplegar tantos operativos de rescate. Durante dos días, los participantes aprenderán desde lo más básico, como moverse con botas en nieve dura, hasta técnicas más avanzadas, como el uso de crampones, piolet y cuerda. También se enseñará la autodetención, un conocimiento clave para frenar una caída en la nieve, y la seguridad encordada, fundamental cuando se sube en grupo.
El escenario elegido para estas jornadas es la zona de Pico Maluro, a dos horas de Vilanova, un enclave que ofrece diferentes tipos de pendientes para practicar en condiciones reales sin asumir riesgos innecesarios.
Más que técnica: actitud y prudencia
Para Cholo, la seguridad en la montaña no depende solo del equipo o la formación, sino también de la actitud. «La cumbre no es lo más importante. Lo importante es ir, disfrutar y regresar en las mejores condiciones posibles», afirma. Una lección que, aunque parezca sencilla, muchos olvidan cuando están a pocos metros de su objetivo y deciden continuar a pesar del mal tiempo o el cansancio.
«La montaña es una aventura, y en toda aventura hay incertidumbre», explica. «No podemos controlarlo todo, pero sí podemos minimizar los riesgos con sentido común. La experiencia te enseña que a veces la mejor decisión es dar media vuelta».
Porque la montaña es un escenario espectacular, pero también impredecible. Y entenderla puede marcar la diferencia entre una experiencia inolvidable y un peligro innecesario.
