Su educación, su honradez y carácter afable dejaron una marca imborrable en todos los que tuvimos la suerte de conocerlo.
Pepe no solo era un vendedor de libros, estilográficas, periódicos o papel, sino un hombre bueno y generoso que compartía su profundo conocimiento con una conversación llena de sabiduría.
La Lípor no solo era un refugio para los amantes de la lectura, sino también un lugar donde la cultura y la amistad florecían.
Las historias que nos contaba eran tan cautivadoras como las propias obras que vendía.
Apasionado artesano de la fabricación de licores, su dedicación y creatividad llenaron nuestras vidas de sabores únicos y momentos especiales para todos los que tuvimos el privilegio de probar y degustar tus creaciones. “Este lícor café no se vende” ponía en tus etiquetas.
Hoy, mientras lamentamos su partida, celebramos la riqueza de su legado personal. Pepe vivirá en nuestros corazones a través de las palabras que compartió y en cada rincón de su amada librería. Que descanse en paz, este verdadero caballero de mérito.
Descansa en paz, querido Pepe.
Ángeles Terrón Cobo
