viernes. 29.03.2024

La directora de Academia Silma, Silvina Bravo, destacó que cerraron durante mucho tiempo y la vuelta fue incierta

Los efectos de la pandemia provocada por el COVID-19 obligó a muchos establecimientos a cerrar sus puertas, lo que en muchos casos se pensó que serían 15 días, terminaron siendo en el mejor de los casos 2 meses. Esto le ocurrió a Academia Silma, que reabrió tras 2 meses y medio el pasado 1 de junio.

En este centro los estudiantes acuden a aprender a tocar o a perfeccionar tanto el piano, como la batería y las flautas dulce y travesera.

La gerente del centro Silvina Bravo, destacó que el regreso fue incierto, ya que tuvieron que asesorarse, pero finalmente la gente se animó a regresar. «Cuando abrimos la cosa no fue tan mala, lo hicimos con menos niños, más cuidados, más información a la hora de protegerlos, tanto a ellos como adultos».

Por ello han eliminado las clases grupales, ahora únicamente las hay individuales, además el piano, instrumento que se higieniza entre alumno y alumno.

Sus alumnos tenían muchas ganas de regresar a la academia. «Hubo muchos que me mandaron vídeos mientras estaban confinados mostrándome los progresos que hacían, fue un cable a tierra también, que la música es eso. La música siempre estuvo muy poco valorada, pero es una asignatura que ayuda muchísimo a nivel emocional, espiritual, neuronal. Saber leer música desde pequeños es como aprender otro idioma».

En Academia Silma actualmente tienen alumnos desde los 3 años hasta los 70. «A los 3 años empezamos con tambores, con percusión, les encanta a los niños y van cogiendo las notas. Cuando son mayores van aprendiendo la lectura musical. Tengo también gente de 70 años, se animan, saben que estamos para enseñar, apoyarlos y a veces hay gente a la que quedó esa cosa pendiente».

De cara al futuro en el centro miran a septiembre. «Tengo esperanzas en que esto mejore. El distanciamiento es difícil para los niños».

Si quieres escuchar todo lo que dijo Silvina Bravo puedes hacerlo en el siguiente enlace:

«La música siempre estuvo muy poco valorada»