
La pasada madrugada adelantamos el reloj , hemos dormido una hora menos y nuestro cuerpo sufre una «resaca» horaria
Fue la conversación más manida en la última semana en las calles y, también el tema recurrente en todos los informativos. Cada uno lo explica a su manera, había personas que adelantaban la hora y dormían una más (un tanto incongruente), otra replicaba que era al revés y ahí se quedaba enzarzado el discurso.
Cierto es, que el cambio de hora afecta, según los expertos, a nuestro reloj biológico, a los biorritmos. Cuando el reloj interno con el que funciona nuestro cuerpo, y básico en nuestra salud, se altera, se produce una especie de jet lag —el reloj del cuerpo está todavía sincronizado con tu huso horario original, en lugar del huso horario al que viajamos, que en este caso difiere una hora— .
Cansancio, problemas de estómago, cambios de humor, fatiga, capacidad de concentración, a los que se unen cefaleas y migrañas por esta pérdida de sueño. Hay estudios que sostienen que el quitarnos la hora de sueño eleva el riesgo de tener un ataque al corazón al día siguiente .
A los que más afecta y tardan más en adaptarse al nuevo horario son las personas mayores de 50 años y los niños de corta edad. Se puede atenuar los efectos del cambio horario haciendo ejercicio, no compensar la falta de sueño con siestas si no las hacías anteriormente, ya que altera aún más los biorritmos,
Dicho esto, cabe destacar que esta alteración de ritmo la sufren las personas que trabajan en el turno de noche, los que se exponen tras la puesta de sol y durante horas a pantallas de móviles, a luz de onda azul o incluso el que cena tarde. Evaluar el cambio de hora en términos de salud no es una tarea sencilla, pero según estudiosos del tema, las descoordinaciones entre los ciclos naturales y nuestros hábitos cotidianos afectan a la salud.
Cambiar de horario dos veces al año
El cambio de horario tiene como objetivo maximizar la exposición al sol durante las horas en que la población está despierta y activa. Seguir con este cambio supone que nuestro organismo sufra las alteraciones de sueño dos veces al año. Suprimir la medida supondría vivir en exposiciones de luz errónea. Continuar con el horario de invierno implicaría que en la costa mediterránea a mediados de junio amaneciese a las 5:00 horas. Si por el contrario optamos seguir el horario de verano, en la costa atlántica, en diciembre no amanecería hasta las diez de la mañana.
En España seguimos el horario de Europa Central cuando tendríamos que tener el de Reino Unido o Portugal. La razón de que sigamos este uso horario se debe a que tras la Guerra Civil, Franco instauró el horario de sus aliados europeos, el de la Alemania de Hitler.