Las puertas de los colegios de Valdeorras se encontraban abarrotadas a primera hora de la mañana por alumnos, padres, madres, abuelos... Con la ilusión de volver a empezar y el olor de los libros nuevos, aunque también con la pena de decir adiós al verano. Y como es habitual, no faltaban las lágrimas de los que no querían decir adiós a las vacaciones o que se enganchaban al cuello de papá para no tener que entrar.