La Praza Cesar Conti vivión un multitudinario entierro marcado por los lloros y lamentos que produce la pérdida de la sardiña
Tal y como marca la tradición, este Miércoles de Ceniza tocaba enterrar a la sardiña en A Rúa. El ritual se inició a las 20.00 horas en el atrio de la iglesia de San Estevo, como lugar de velatorio, donde las plañideras lloraron sin cesar la muerte de este personaje ataviadas con un luto riguroso, y con el rostro «desencajado» .
Poco después, a eso de las 20.30 horas, el cortejo fúnebre, encabezado por un sacerdote y los sacristanes partió con la sardina a cuestas para recorrer las calles del casco antiguo. La procesión hizo varias paradas donde se cantaron las letanías del Entroido y se expresó el dolor y el lamento por la pérdida de la sardina.
Al llegar a la Plaza César Conti, la ceremonia del adiós vivió otro de los momentos más esperadas. Los «mecos» —la comadre y el compadre—, que durante los días de Entroido lucieron suspendidos sobre la farola de este espacio público, descendieron para ser arrojados y quemados en la hoguera junto a la sardina.
Queimada, bocadillo de sardinas y buen ambiente, protagonizaron una noche mágica que este año no pondrá punto y final al Entroido, ya que este sábado, toca celebrar el desfile de comparsas aplazado.