
La cianotipia, una antigua técnica fotográfica que utiliza agua y luz solar, se convirtió este domingo en una herramienta de memoria colectiva en Viana do Bolo. La artista Sol Álvarez guió un taller en el que una docena de personas exploraron, desde la creación artística, la huella invisible del encoro del Bao. Este encuentro se enmarca dentro del proyecto ‘Con-fluencias: ríos que xa non son’, impulsado por la cooperativa galega Outonía, que busca recuperar el relato de los territorios anegados por el embalse desde su construcción en 1958.

El taller, celebrado en la Casa da Cultura de Viana do Bolo, abrió la primera fase del proyecto con una experiencia sensorial y reflexiva. A través de imágenes antiguas del proceso de construcción del encoro, hojas recogidas de la ribera y composiciones fotográficas reveladas con la propia agua, los y las participantes dieron forma a una cartografía emocional de lo que ya no se ve, pero aún se recuerda.
«Un encoro é unha masa de auga que cubriu a paisaxe e oculta —á vista— todo o que quedou debaixo», explica Álvarez. En este laboratorio de creación, la artista propuso invertir el proceso: que sea el agua la que ayude a revelar lo que quedó sumergido. Así, mediante juegos con elementos naturales, transparencias y luz solar, las imágenes aparecieron teñidas del característico azul de la cianotipia, como si el propio río quisiera recuperar su voz.

‘Con-fluencias’ continuará durante 2025 con dos grandes líneas de acción: Pensar a auga y Cartografía contemporánea do río que xa non é, con actividades en los municipios afectados por el encoro —Viana do Bolo, Vilariño de Conso y O Bolo—. El objetivo es reconstruir, desde la memoria y el presente, una narrativa compartida sobre este espacio transformado por el agua.