domingo. 01.10.2023

En la mañana de Viernes Santo, los vecinos de O

Barco recuerdan el Encuentro mientras que As Ermitas de O Bolo echan en falta

su impresionante Viacrucis

Viernes Santo por la mañana. Todo son prisas y nervios. Desde la cama oigo el sonido de los tambores, cornetas y trompetas que acuden al encuentro entre el Nazareno y la Virgen. Carrera de San Juanín mediante y la Verónica que enjuga la cara de Cristo en su camino a la Cruz.

Yo hoy no me dirijo a la Plaza Mayor de Astorga, sino al frente de la Iglesia de Santa Rita de O Barco donde los pasos, que proceden de diferentes puntos de la villa, se reúnen en esta procesión del encuentro de la Cofradía de Jesús Nazareno, frente a la Iglesia.



Recuerdan algunos vecinos que, hace años, en la procesión participaban niños, vestidos de nazarenos y con la cruz a cuestas, cantando los miserere. Y, como suele ocurrir, el momento álgido, en el que el sonido se rompe tan solo por los pasos silentes de los cofrades, es cuando la imagen del Nazareno se encuentra con su madre ante tan terrible destino.

Sigo percatándome de que las tradiciones más

arraigadas no distan mucho en diferentes localidades y, por suerte, conozco el

sitio donde en O Barco, tras la procesión, puedo tomarme un chocolate caliente.

Viacrucis en As Ermitas

La mañana de Viernes Santo, en Valdeorras tiene nombre propio: el Viacrucis de As Ermitas. Esta insigne basílica, de la que durante años oí hablar y que no me deja de impresionar, se me antoja el escenario idóneo para la celebración de la Pasión.

“La Semana Santa más sobrecogedora de Galicia”, la he oído llamar y no les falta razón. Creo que fue María quien me contó la historia de como, tomando como modelo el Monte do Bon Xesús de Braga, las catorce capillas que hoy forman este Víacrucis se construyeron en torno a 1730.

Acercándome con el coche, por esta ladera rocosa donde al fondo veo el río Bibei, ya asoman los miles de fieles que no quieren perderse la Semanta Santa sobre el barroco gallego. Comienza la lectura del sermón, en la entrada del Santuario donde el oficiante nos deja a todos impresionados por su rigor y forma de transmitirlo.

Son varios los momentos álgidos durante el Viernes Santo en O Bolo, el propio Viacrucis pero también, más tarde, el Desenclavo en el que dos clérigos escalan hasta los brazos de una gigantesca cruz, y el Santo Entierro, en el que la talla de Cristo previamente bajada de la cruz es portada en una urna de cristal. En el trono le acompañan las figuras de la Virgen María, San Juan y María Magdalena.

Sin duda, As Ermitas es el lugar icónico de la Semana Santa: cultura, arte y religiosidad se dan la mano de una manera casi mística que no deja imperturbable a ninguno de sus admiradores.

Una mañana de Viernes Santo sin encuentro ni sobrecogedor Viacrucis