Veterinarios en pie de guerra contra la nueva ley: «Nos ponen en tela de juicio y pueden poner en peligro a las mascotas»
Los veterinarios de pequeños animales han alzado la voz contra la aplicación del Real Decreto 666/2023, que impone restricciones en el uso de antibióticos y una mayor carga administrativa en su trabajo diario. La normativa, en vigor desde enero, limita el criterio clínico de los profesionales, obligándolos a seguir un esquema predefinido para la administración de estos medicamentos, lo que podría comprometer la salud de los animales.
Adolfo García, veterinario del centro Sil Veterinarios de O Barco, explica que el mayor problema radica en la rigidez de la ley: «Si considero que mi paciente necesita un antibiótico concreto, debo justificarlo ante la Administración. Esto retrasa el tratamiento y puede costarle la vida al animal». Además, cada uso de antibióticos debe registrarse en un sistema oficial, lo que ralentiza la labor veterinaria y reduce el tiempo disponible para atender a los pacientes.
La justificación de la normativa se basa en la lucha contra la resistencia a los antibióticos, un problema de salud global. Sin embargo, García cuestiona su aplicación en clínicas de pequeños animales: «No estamos tratando ganado que entra en la cadena alimentaria, sino mascotas». En su opinión, las medidas podrían tener sentido en el sector agropecuario, pero no en el tratamiento de perros, gatos y otros animales de compañía.
Los veterinarios han iniciado movilizaciones para reclamar cambios en la ley, pero la respuesta social ha sido escasa. «El problema afecta directamente a los dueños de mascotas, pero no he visto a ninguna asociación de protección animal alzar la voz», lamenta García. Asegura que la profesión está comprometida con el uso responsable de los antibióticos, pero rechaza la falta de confianza en su criterio clínico: «Llevamos años formándonos y tratando a miles de animales. No tiene sentido que alguien desde un despacho sepa mejor que nosotros qué medicamento necesita cada paciente».
Pese a los esfuerzos del sector, el veterinario se muestra escéptico sobre la posibilidad de lograr cambios sustanciales en la normativa: «Estoy muy mayor para creer en Walt Disney», dice con ironía. No obstante, mantiene la esperanza de que el apoyo ciudadano refuerce sus reivindicaciones: «Si los dueños de mascotas se suman a nuestra protesta, tendremos más posibilidades de que nos escuchen».
Las movilizaciones continúan, y los profesionales del sector insisten en que no solo está en juego su capacidad de decisión, sino la salud y el bienestar de miles de mascotas.