La tradición del Belén de Peña Trevinca cumple 25 años
Un belén pequeño fue el que Antonio Fernández —Cholo para todo el mundo en Valdeorras— decidió llevar a la cumbre de Peña Trevinca en 2001. Lo hizo solo, sin más pretensión que dejar en el techo de Galicia un símbolo de humildad y humanidad. No imaginaba entonces que ese gesto casi íntimo, y ese belén, «el mismo de aquel primer año, aunque un poco más arreglado» acabaría cumpliendo 25 años convertido en una tradición que reúne a una veintena de montañeros y que reclama un reconocimiento claro: proteger Trevinca como merece.
«No es un motivo religioso», comenta Cholo. «Representa a esa familia humilde, esa humanidad, ese orden natural que tiene que ver con la naturaleza». Y quizá por eso la idea prendió. Primero fueron dos, luego tres… y hoy el Belén sube con el Club Montañas de Trevinca, un grupo estable que oscila entre 15 y 20 personas. «No quiero que se convierta en una peregrinación enorme», reconoce. «Los grupos grandes desvirtúan el espíritu. Prefiero un grupo pequeño, con la misma mentalidad de humanidad, equipo y naturaleza».
En estos 25 años ha habido de todo. Días de sol radiante y otros en los que la ventisca obligó a renunciar a la cumbre. «Alguna vez fue imposible llegar. Hubo que dejar el Belén entre unas piedras y volver un par de días después», recuerda. La nieve siempre está, pero su comportamiento cambia: a veces amable, a veces peligrosa, obligando a utilizar crampones o piolet.
Este año, la subida está prevista para el sábado. Y sí, Cholo ya miró la previsión. «Entra un frente. No será un día bueno. Puede haber algo de lluvia, quizá un poco de nieve arriba. Pero hoy por hoy se puede ir». La meteorología de montaña, advierte, cambia rápido: «De aquí al sábado puede variar todo, pero soy optimista».
Para él, lo importante no es el paisaje —aunque muchas veces es espectacular—, sino lo que la montaña provoca. «El montañismo tiene dos vertientes: la técnica y la sentimental. Ir muchas veces a una cumbre es como visitar a un amigo, nunca te cansas y siempre resulta gratificante. A veces, cuando llegas a la cumbre todo está precioso, otras no puedes estar ni un minuto, pero da igual. Llegaste, conviviste con tu grupo y contigo mismo».
Una reivindicación que crece: “Trevinca debe ser Parque Natural”
Entre ascensión y ascensión, el Club Montañas de Trevinca ha dado un paso más: trasladar al Parlamento gallego su petición de que la zona sea declarada Parque Natural. «Nos reunimos con PP, PSOE y BNG. Todos estaban de acuerdo. Las razones son indiscutibles», explica. Para él, la naturaleza de Trevinca —incluso después de los incendios— es un bien esencial para Galicia y una oportunidad que no se está aprovechando.
«En Galicia, el turismo de montaña no existe. En otros lugares sí: Alpes, Pirineo, Picos de Europa… Aquí no». Y no es por falta de atractivo, sino de mirada. «O los políticos no van al monte, o no saben que existe. Les cuesta caminar, sudan mucho, y al no ser practicantes no conocen la montaña». Aun así, mantiene cierto optimismo: «Tarde o temprano se darán cuenta de que es imprescindible protegerla. No digo amarla, que eso es personal, pero sí cuidarla. La montaña es dinamismo social y económico».
Para la subida de este sábado ya se ha cerrado el plazo de inscripción. El Belén, como siempre, se subirá en grupo… pero bajarlo es otra historia. «Me gusta hacerlo solo», confiesa. Es casi un ritual propio. Este año espera poder hacerlo pese a un problema clínico: «Confío en que el propio Belén me ayude».
Dentro de unos días, la pequeña figura volverá a asomarse entre nieve y roca, a más de dos mil metros de altura, en una cumbre que Cholo visita como quien visita a un viejo amigo. Y lo hará gracias a una tradición que nació en silencio, ganó compañeros y hoy sigue recordando algo esencial: la montaña también tiene memoria, y merece que la cuidemos.
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