Roblox: creatividad, millones de usuarios… y riesgos que no debemos ignorar

Roblox: creatividad, millones de usuarios… y riesgos que no debemos ignorar
La app es una herramienta para la creatividad y el juego, pero también un espacio donde algunos adultos buscan aprovecharse de los menores. Óscar Yáñez explica cómo prevenir esos riesgos

Roblox aparece en terrazas, parques y móviles familiares como parte del día a día de muchos niños. Cualquier tarde, basta observar a un grupo de pequeños de ocho, nueve o diez años con la mirada fija en la pantalla para comprobarlo. Lo que quizá no vemos es que detrás de esa estética colorida y aparentemente inocente se esconde un espacio donde también pueden moverse personas con malas intenciones. Y eso ha encendido las alarmas a nivel internacional.

Para entender qué es Roblox, cómo funciona y dónde están los riesgos reales, hablamos con Óscar Yáñez, informático de APP Informática O Barco, que conoce de cerca la plataforma y el uso que hacen de ella los menores.

Nació hace casi dos décadas como un proyecto creativo: un lugar donde cualquier usuario podía programar sus propios videojuegos y compartirlos con otros. «Tiene su propia moneda virtual, chats y un montón de juegos creados por la comunidad», explica Óscar. Esa mezcla entre libertad, entretenimiento y posibilidad de aprender programación hizo que la plataforma se expandiera rápido. Durante la pandemia, con los niños encerrados en casa, su crecimiento fue enorme.

El problema llegó con la masificación. «Como pasa en todas partes, la gente mala aprovecha cualquier sitio donde haya usuarios. En este caso, niños», señala. Y es aquí donde aparece el concepto clave: grooming, cuando un adulto se hace pasar por un menor para ganarse la confianza de un niño y pedirle favores, fotos o incluso intentar sacarlo de la plataforma hacia aplicaciones menos seguras como WhatsApp, Snapchat o Telegram.

Según explica, la técnica más habitual consiste en utilizar regalos dentro del propio juego: monedas virtuales, puntos o ventajas en una partida. «El niño cree que ha hecho un amigo y, cuando ya hay confianza, llega la parte peligrosa», resume. Roblox reconoce el problema y asegura que trabaja con filtros e inteligencia artificial para detectar comportamientos sospechosos, pero muchos casos se producen cuando la conversación ya migra a otros canales con menos control.

Estas advertencias coinciden con el informe publicado por UNICEF sobre el impacto de la tecnología en la infancia y la adolescencia. Datos como que el primer móvil llega a los 10 años o que casi un 10% de jóvenes ha sufrido ciberacoso muestran la dimensión del problema. Y, como recuerda Óscar, hoy no hace falta tener un teléfono con tarjeta SIM para acceder a chats: una tablet con wifi abre la puerta a todo.

Por eso insiste en un punto clave: el control parental no es solo una app, es conversación. «No hace falta bloquearlo todo si tú revisas y hablas con tus hijos. El riesgo está en la comunicación directa», recalca. Plataformas como WhatsApp, TikTok o Snapchat lideran los casos de ciberacoso; no porque sean “malas”, sino porque permiten contactar de forma inmediata con cualquiera.

Roblox tiene controles parentales que limitan el acceso a ciertos juegos para menores de 12 años. Pero, como apunta Óscar, muchas veces son los propios adultos quienes crean cuentas con edad falseada para poder activar juegos restringidos. «Si lo haces, tienes que vigilar. No vale poner que tiene 19 años y luego dejarlo solo con el móvil», insiste.

El paralelismo con los consejos de antes es inevitable: no hablar con desconocidos. Solo que ahora ese desconocido no está en la calle, sino al otro lado de una pantalla. «Es como dejar a un niño en un pabellón lleno de gente que no conoce», compara. Y recuerda que Roblox tiene un volumen enorme de usuarios, también en España.

Pese a ello, pide no demonizar la plataforma: «Roblox no es el enemigo». Su valor creativo es real. Permite aprender conceptos de programación y fomenta la imaginación de los menores que desarrollan sus propios juegos. El problema, explica, aparece cuando el uso queda sin supervisión y cuando los adultos no preguntan, no escuchan o no se interesan por lo que los niños hacen en línea.

Una clave que destaca es la importancia de hablar con ellos: preguntar si chatean, con quién, qué tipo de conversaciones tienen. Esa simple atención puede hacer que un menor explique que “habló con un amigo que le mandó algo”, lo que permite detectar señales de alerta.

Óscar señala también el papel del 017, el teléfono oficial del Instituto Nacional de Ciberseguridad para casos de ciberacoso o dudas sobre seguridad digital. Enfermedades, chantajes, presiones o sospechas pueden consultarse ahí de forma directa.

¿La solución? Ni prohibir sin más ni mirar hacia otro lado. «No se trata de quitar la tablet. Se trata de vigilar y educar», resume. Escuchar, acompañar y participar. Roblox puede ser un espacio seguro, divertido y creativo siempre que haya adultos pendientes y menores informados.

Porque los juegos cambian, las pantallas cambian y las modas cambian. Lo que no cambia es que los delincuentes siempre buscan un hueco para colarse. Y la mejor protección para los niños sigue siendo la misma que antes: atención, diálogo y una vigilancia que respete su curiosidad, pero no la deje sola.