¿Nos llevamos a los mayores de vacaciones? La directora de O Salgueiral analiza los pros y los contras
Patricia López, directora del Centro de Día O Salgueiral, lo tiene claro: cuando se trata de decidir si llevar o no a un familiar mayor de vacaciones, la respuesta correcta es… depende. Y no es una forma de esquivar la cuestión, sino de abordarla con la seriedad que merece. «Es un tema muy complejo», admite. Tanto, que daría para varios artículos o programas de radio.
Lo primero, explica, es analizar la situación de cada familia y, sobre todo, del propio mayor: si tiene o no deterioro cognitivo, si mantiene autonomía, si sufre limitaciones de movilidad… «No es lo mismo llevar a una persona mayor que está bien, que se adapta, que disfruta con la familia, que a alguien que necesita rutinas muy marcadas. En esos casos, un simple cambio de entorno puede descompensarle totalmente».
Por eso, insiste en que cada decisión debe partir de una reflexión sincera: ¿va a ser beneficioso para la persona mayor o solo lo es para quien cuida? «A veces las familias no tienen otra opción, porque no pueden dejarlo solo. Pero entonces hay que valorar si sería mejor dejarlo en casa con apoyo profesional que alterar sus rutinas y desestabilizarle durante unos días», propone.
¿Vacaciones con apoyo?
Cuando se trata de personas con algún grado de dependencia, Patricia López es clara: «Una persona sola no puede hacerse cargo. Hace falta una red de apoyo firme, sólida, organizada. Compartir el cuidado entre varios miembros de la familia o contar con ayuda profesional durante el viaje».
Aunque reconoce que encontrar a alguien que se quede en casa con el mayor tampoco es sencillo. Muchas veces, comenta, las familias rechazan esta opción porque la persona cuidada «no quiere que un extraño entre en su casa, no permite que le toquen sus cosas». Un tema delicado que tratará en profundidad en su próxima intervención.
Una alternativa poco conocida, pero cada vez más extendida, es acudir a centros de día en el lugar de vacaciones. Patricia menciona ejemplos como los de O Grove o Cangas, donde en verano muchas familias llevan a sus mayores al centro mientras disfrutan de unos días de descanso en la costa. Y en O Salgueiral también lo han hecho: «Hay familias que vienen al pueblo y nos dejan al padre o la madre unas semanas. Así el mayor está atendido, activo, acompañado… y los demás pueden desconectar».
En el caso de su centro, recuerda, el horario va de 8 de la mañana a 8 de la tarde. «Es una jornada amplísima que permite compartir el cuidado sin renunciar a disfrutar del verano».
Una atención cada vez más personalizada
López defiende con pasión un modelo de atención centrado en la persona, en el que los mayores tengan capacidad de decisión y se sientan escuchados. «Nos estamos formando en ACP —Atención Centrada en la Persona— porque queremos que sean ellos quienes elijan qué hacer, cómo quieren pasar el día». Un ejemplo de esto es el nuevo taller de costura del centro: «Muchos han cosido toda la vida y ahora elaboran fundas de cojín que luego usamos aquí. Ven que su trabajo tiene sentido».
Con más de 20 años de experiencia y formación constante, Patricia lo tiene claro: cuidar a los mayores implica también cuidar su dignidad, su autonomía y sus gustos. Y eso, en vacaciones, durante el curso o en cualquier momento del año.