Nacho Hermida toma el relevo en el Julio Gurriarán con un proyecto que combina tradición y nuevas miradas
Nacho Hermida conoce cada rincón del colegio Julio Gurriarán de O Barco. Tras más de una década como jefe de estudios, este curso ha asumido la dirección del centro, un reto que encara con naturalidad y con la confianza de toda la comunidad educativa. «Fue un paso lógico, de continuidad», asegura. El inspector consideró que era la persona adecuada para dar estabilidad al equipo y Hermida aceptó el encargo con entusiasmo.
No lo hace solo: junto a él, María se incorpora como jefa de estudios y Elisa mantiene la secretaría. La jubilación de la anterior directora, Mariluz, así como la de otras docentes históricas como María del Carmen Núñez y, en breve, Maite —profesora de inglés—, marcan un cambio generacional en el claustro. «Es una pena perderlas, pero también una alegría dar paso a gente joven», comenta Hermida.
Un colegio diverso y vivo
El Julio Gurriarán ha sido históricamente centro de acogida para alumnado inmigrante y hoy reúne estudiantes de múltiples orígenes: Sudamérica, norte de África, Europa del Este, Pakistán o la India. «Es una riqueza enorme, aunque a veces suponga dificultades, sobre todo con el idioma», explica Hermida. Para él, esa diversidad no es un obstáculo sino un valor añadido: «Las familias participan, comparten tradiciones o recetas en talleres y eso enriquece a todos».
El nuevo curso llega con cambios en la metodología. Tras años de predominio digital, los libros de texto vuelven a quinto y sexto de Primaria. «El papel nunca falla: no se cuelga, no necesita internet y ayuda a recuperar habilidades que se estaban perdiendo, como la caligrafía o la motricidad fina», señala.
Hermida apuesta por un modelo híbrido, donde los recursos digitales complementen al libro: «Un mapa interactivo o un vídeo pueden ser herramientas excelentes, pero el equilibrio es clave».
Recuperar el juego tradicional
Más allá de las aulas, Hermida sigue vinculado a un proyecto que le acompaña desde hace 25 años: Cholo y Nela. Este festival, que reúne cada curso a cientos de escolares de la comarca, padres y madres, cuerpos de seguridad y asociaciones, volverá en 2026.
Y lo hará, adelanta Hermida, con una propuesta centrada en los juguetes tradicionales y elaborados con materiales reciclados. «Es la idea inicial en la que trabajamos, porque creemos que el juego conecta con la memoria, con la creatividad y con la socialización», señala.
Para Hermida, el juego es una herramienta educativa tan poderosa como la tecnología: «Hoy los niños tienen móviles y consolas, pero cuando descubren la comba, las carreras de sacos o un ajedrez gigante, lo disfrutan muchísimo. Les permite socializar y moverse, algo que a veces falta en su día a día».
El nuevo director no habla de grandes revoluciones, sino de consolidar lo que funciona, abrir espacio a propuestas innovadoras y mantener la buena sintonía entre alumnado, profesorado y familias. Su reto es seguir construyendo un colegio que combine tradición y modernidad, con la mirada puesta en la diversidad y en el aprendizaje real.
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