











La tradición se cumplió una vez más en O Barco de Valdeorras. A las 10.30 horas del 14 de septiembre, tras el primer pase de la orquesta París de Noia, las luces del Malecón se apagaron y el cielo se convirtió en el auténtico protagonista. La exhibición de fuegos artificiales iluminó la noche de la festividad del Nazareno, llenando de color la noche estrellada.

El espectáculo congregó a vecinos y visitantes en todos los rincones posibles: la parte alta y baja del Malecón, el puente, la pasarela, la ladera de Viloira e incluso la carretera de Santigoso, todos abarrotados para no perder detalle de un momento único que se repite cada año.

Minutos antes del inicio, una potente bomba de palenque y una breve ráfaga de luz sirvieron de anuncio. Desde la orilla del río, en la zona de O Salgueiral, comenzaron a elevarse los primeros destellos: rojos, verdes y naranjas que arrancaron aplausos, aunque más tímidos que en años anteriores. Después, los tonos dorados pintaron el cielo los ya habituales rosetones de distintos tamaños y matices.

La pólvora volvió así a ser el colofón de una jornada festiva en la que la fugacidad de los fuegos de artificio y el espectáculo de la París de Noia se dieron la mano, recordando que el Nazareno es mucho más que una celebración: es un encuentro anual que une a todo un pueblo bajo la magia de la luz, el color y la música.
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