El CD Barco despide a uno de los entrenadores más determinantes de su historia reciente. Lino Estévez, nacido en 1994 en Salceda de Caselas (Pontevedra), presentó su dimisión este martes tras más de dos temporadas al frente del equipo. Lo hace, asegura, por un motivo estrictamente personal: el desgaste acumulado por vivir lejos de casa y no poder seguir ofreciendo el nivel de entrega que exige un banquillo como este.
«Llevaba un mes pensando en esto. Ya me estaba costando dar el 100%», explica en conversación con Somos Comarca. Durante este tiempo, el técnico pasaba parte de la semana alojado en Valdeorras, lejos de su entorno familiar. «Tenía que ser honesto con los jugadores, con Nilo y conmigo mismo», resume, insistiendo en que la decisión se basa únicamente en esa situación y no en problemas internos.
Asegura además que durante su estancia se sintió «muy valorado y querido», con palabras especiales hacia el presidente Nilo: «Es una auténtica maravilla». Y reconoce que, aunque el club intentó que reconsiderase la decisión, esta ya estaba tomada: «Cuando le digo algo así, sabe que no es un calentón».
La renuncia llega con el equipo cuatro puntos por encima del descenso, en pleno tramo de altibajos deportivos. Con todo, Estévez insiste en que su salida no debe alterar la dinámica: «El vestuario es muy sano y el equipo tiene margen de mejora». Cree que, tras unos días de despedidas, el Barco retomará su camino con normalidad.
El comunicado del club, publicado en redes, subraya la huella que deja el entrenador de Salceda de Caselas. En solo dos años, logró estabilizar al equipo, ascender a Tercera Federación y conquistar la Copa Diputación después de 42 años, un título histórico para la entidad.
Su trayectoria no solo fue reconocida en Valdeorras. En octubre, apenas dos meses atrás, Estévez recibió el galardón de “Adestrador Destacado” por su trabajo en la Preferente Futgal, un reconocimiento otorgado por el Comité Galego de Adestradores.
La plantilla conoció la noticia en persona, justo antes del entrenamiento. «Solo tengo palabras de agradecimiento para el Barco, que es un club muy grande», expresó.
Ahora, el joven técnico de 30 años se tomará «un par de meses para desconectar» antes de escuchar futuras propuestas. Eso sí, admite que, tras la experiencia valdeorresa, buscará algo más cerca de casa.
Con la marcha de Estévez, la directiva abre un nuevo proceso para elegir sustituto. La base está puesta: un vestuario cohesionado, una cantera en crecimiento y una afición que ha acompañado a un ciclo breve, pero decisivo en la evolución del club.
El legado de Lino Estévez queda ya escrito. Ahora, el Barco prepara la siguiente página.
