En el arranque de temporada de Más de Uno, Carlos Alsina eligió viajar a Valdeorras y a la vecina comarca del Bierzo. Allí donde los montes siguen teñidos de negro y la memoria reciente guarda aún el miedo a las llamas, el periodista y su equipo quisieron escuchar, contar y difundir lo que queda después del fuego: las historias de la gente.

Esta vez no hubo fallo. Alsina no pasó de largo: paró, escuchó y se convirtió en altavoz de quienes encontraron en él un buen escuchante.

La jornada comenzó antes del amanecer en Las Médulas, en el Bierzo, donde el incendio también arrasó viviendas y la vegetación de un paisaje Patrimonio de la Humanidad desde 1997. El contraste entre la grandeza del paraje y la fragilidad del entorno quemado marcaba ya el tono de lo que sería el día.

Alrededor de las nueve de la mañana, el programa hacía parada en Vilamartín de Valdeorras, a las puertas del Concello. Allí, Alsina recogió los testimonios de Rosana y Dominga, vecinas de San Vicente que contaron el miedo y la incertidumbre de las horas más duras. También intervino el alcalde, Enrique Álvarez Barreiro, para relatar lo sucedido y cómo se afronta, desde la responsabilidad pública, una catástrofe que afecta directamente a los vecinos.

El recorrido siguió hasta el pico Roblido, balcón natural desde el que se divisan Valdeorras y la vecina Quiroga. Allí, Alsina conversó con Olga, una octogenaria que lo acompañó durante el camino y que narró su historia de vida. Recordó el miedo al tener que abandonar Roblido hacia Albaredos, cuando la carretera principal estaba cubierta por las llamas.

También allí se escucharon las voces de Javier Fernández, presidente de la mancomunidad de montes, su testimonio puso de relieve la importancia del trabajo vecinal previo: desbroces y organización de los vecinos que, que salvaron a los pueblos de ser devorados por el fuego.

Mario y su hijo Raúl, ganaderos que mantienen su explotación, al otro lado de la montaña, en Chao da Casa, ya en el concello de Quiroga, expusieron como se salvó el ganado y lo difícil que se lo va a poner el invierno, sin forraje y sin pasto

El recorrido concluyó en Larouco, la zona donde comenzó todo. Allí habló con Toño, viticultor de Seadur que perdió parte de sus viñedos en plena temporada de vendimia.

Con la alcaldesa, Patricia Lamela, repasó cómo arrancó un incendio que con su virulencia se propagó en rápidamente. Y con Catalina Maroto, enóloga de la bodega Joaquín Rebolledo, conoció otra de las secuelas: las uvas que no se quemaron tampoco sirven, porque arrastran el sabor del humo.

El programa también dio voz a Rubén y David, jóvenes vecinos que, cubo en mano, ayudaron a apagar el fuego cuando las llamas cercaban sus casas. Historias de valor y de comunidad que retratan la otra cara de la tragedia.
La visita de Alsina fue, en realidad, una manera de recordar que, detrás de los titulares y las cifras de hectáreas quemadas, hay personas con nombres y rostros que merecen ser escuchados. Donde no llegaron las visitas institucionales, estuvo él, para contar lo que ocurre después del fuego, cuando toca recomponerse y mirar hacia adelante.