El próximo sábado 8 de noviembre, San Justo de la Vega será el punto de encuentro para adolescentes y jóvenes de toda la diócesis en una jornada de convivencia que lleva por lema «La amistad puede cambiar el mundo», una frase pronunciada por el papa León XIV durante la Vigilia del Jubileo de los Jóvenes en Roma.
El evento, organizado por la Delegación Diocesana de Pastoral Juvenil, está concebido como un día de convivencia y fe, en el que los participantes podrán compartir inquietudes, alegrías y experiencias con otros jóvenes cristianos. Tal como señala el delegado diocesano, Luis Fernández Olivares, el objetivo es «experimentar que, en distintos lugares de la Diócesis, hay más jóvenes con las mismas inquietudes, dificultades, alegrías e intereses, mostrando nuestro deseo de ser constructores de puentes, comunión, paz y amistad».
El encuentro comenzará a las 10:30 horas en el Edificio de Usos Múltiples de la calle Carrera, donde se realizará la acogida y los saludos iniciales. A continuación, los jóvenes participarán en una gymkana (11:15) y en la actividad Proclaim (12:30), para después emprender una peregrinación al Crucero de Santo Toribio (13:15).
Tras la comida y los juegos de la tarde, la jornada culminará con la Santa Misa en la parroquia de San Justo de la Vega, presidida por el Administrador Diocesano, a las 17:30 horas, antes de la despedida final prevista para las 18:15.
La participación es gratuita, aunque cada asistente deberá cubrir su transporte y llevar su propia comida. Desde la organización se recomienda vestir ropa cómoda, gorra y chubasquero en caso de lluvia.
Podrán participar adolescentes y jóvenes a partir de 1.º de ESO, y los menores deberán entregar una autorización firmada junto con la ficha de inscripción. El plazo para inscribirse finaliza el jueves 6 de noviembre, y las personas responsables de cada grupo deben confirmar asistencia y coordinar el transporte contactando con Luis Fernández Olivares a través del número 660 86 29 30.
El encuentro, según la organización, promete ser una jornada de convivencia, reflexión y alegría con la amistad —y la fe— como motores de cambio.
