lunes. 16.06.2025

Horas de incertidumbre y pérdidas en A Rúa, Vilamartín y O Barco tras el gran apagón

Algunos comercios de A Rúa perdieron el genero que se encontraba en frigoríficos después de casi 18 horas sin luz. Ferreterías y tiendas de móviles vieron cómo aumentaban sus ventas por la demanda de radios a pilas, baterías externas y pilas entre otros productos
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Horas de incertidumbre y pérdidas en A Rúa, Vilamartín y O Barco tras el gran apagón

Radios, pilas, cargadores para el coche y baterías externas. Esos fueron los productos más demandados en todas las ferreterías y bazares de España desde que, a primera hora del lunes, la península quedara a oscuras por el gran apagón. En la Ferretería Arnaveca de A Rúa, estuvieron vendiendo durante el lunes, pero también el martes, ya con la luz recuperada. 

«Seguimos vendiendo radios y baterías externas esta mañana porque la gente cree que va a volver a pasar, hay miedo y temor a que les vuelva a pillar desprevenidos», explica Javi, responsable de Arnaveca Comunicación», cuenta. Ana, vecina de A Rúa, nos atiende mientras espera en la ferretería para hacer unas compras y recuerda cómo se sintió ayer: «Tengo todo eléctrico. Me quedé sin cocina, sin nada. Acabé cenando un trozo de queso y comiendo ensalada». Y añade: «Por la noche necesito algo caliente, aunque sea un descafeinado, pero no podía hacer nada». La Guardia Civil patrullaba por la zona, lo que, según afirma, le dio cierta tranquilidad para dormir. «Parecía la boca del lobo», resume.

En O Barco, la situación fue similar. Ferreterías y bazares recibieron un goteo constante de personas en busca de artículos que les hicieran más llevadera la falta de luz. José Manuel, desde Ferretería Pereira, relató que agotaron todas las existencias de pilas, linternas y cocinas portátiles: «Vendemos todo o que había, non quedou nada», explica. La gente acudió con mezcla de angustia y prevención: «Temos a costumbre de telo todo eléctrico e cando falta a luz, quedamos sen nada», apunta.

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Por su parte, Carlos, de Ferretería Moncho, describe un día complicado: «Vendimos pilas, linternas, camping gas, cocinas… todo lo de primera necesidad». La falta de luz e internet dificultó el cobro y el funcionamiento normal del establecimiento, aunque pudieron seguir atendiendo con linternas y frontales. «Fue la desgracia en general para todos. Además de las pérdidas económicas, el disgusto también fue importante», señala. 

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El inesperado apagón dejó huella también en los pequeños negocios de Vilamartín y A Rúa. El supermercado de Germán, en Vilamartín, fue uno de los más afectados. Según indicó, las casi 18 horas sin luz echaron a perder toda la carne y embutido del expositor. Afortunadamente, se salvó la mercancía almacenada en la cámara frigorífica. Esta pérdida representa un golpe económico importante, ya que se trataba de producto fresco para la venta inmediata.

En la gasolinera de Sobreira, Juan relató las dificultades para operar sin electricidad ni internet. Aunque el desconcierto fue generalizado, lograron poner en marcha un generador por la tarde, lo que les permitió continuar suministrando combustible con cierta normalidad, incluso antes del restablecimiento total del servicio. «Conectamos hacia las siete de la tarde y así pudimos suministrar hasta hoy. Aquí la luz no volvió hasta las seis y media de la mañana», explicó.

En la farmacia de Amparo Basalo, en A Rúa, Isabel comentaba que la jornada fue también difícil. Permanecieron abiertos todo el día, pero solo pudieron dispensar recetas urgentes, que los médicos ya traían en papel sabiendo lo que estaba ocurriendo. Sin embargo, muchos pacientes acudían reclamando su medicación habitual, generando momentos de tensión.

Otros negocios, como la carnicería Nogueira, en A Rúa, lograron sortear mejor la situación. Aunque cerraron a mediodía por no poder pesar ni cobrar, las cámaras frigoríficas conservaron la temperatura, evitando así la pérdida de producto. Este martes, sin embargo, notaron menos afluencia de clientes de lo habitual.

Y entre los vecinos de A Rúa, algunas personas, como Amparo, decidieron trasladarse a Freixido para acompañar a sus padres, preocupados por los arcones llenos de carne que podrían estropearse. Afortunadamente, allí contaban con cocina de leña y gas, por lo que al menos la alimentación no fue un problema. Cenaron a la luz de las velas.

A pesar del caos inicial, la vecindad respondió con calma y colaboración, apoyándose mutuamente hasta que la electricidad regresó. Este apagón dejó al descubierto la fragilidad de un sistema altamente dependiente de la tecnología, pero también la fortaleza de un tejido social que, cuando hace falta, responde unido.

Horas de incertidumbre y pérdidas en A Rúa, Vilamartín y O Barco tras el gran apagón