viernes. 19.04.2024
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La vuelta al pueblo por generaciones

El agarimo familiar y la vuelta a los orígenes son las razones por las que muchos hijos y nietos de Correxais vuelven cada año a disfrutar de los días de verano

Largas jornadas bajo el sol de la costa, viajes a otros puntos del mundo y experiencias únicas son las opciones por las que muchos se decantan para pasar sus vacaciones. Pero otros prefieren una vuelta a sus orígenes, a los suyos, lo de sus padres o abuelos.

Correxais contaba en el año 2020 con un total de 37 vecinos, pero esta cifra se multiplica en los meses de verano, sobre todo en agosto. Así lo admiten Felisa, Norberto o Mónica ejemplo de veraneantes que vuelven a su pueblo.

Al caer la tarde un paseo por las calles y proximidades de Correxais

Tanto Felisa como Norberto nacieron en “el mirador de Valdeorras”, tal y como le gusta a Felisa llamar a su pueblo ubicado en un punto estratégico de la comarca, lo que le permite admirar todo el valle en su abrazo con el río Sil.

Felisa a punto de emprender el paseo para hacerle ganas a la cena

Fue precisamente este río una de las razones por las que Felisa se animó a dejar el pueblo y buscar suerte en Barcelona cuando solo tenía 16 años. “No teníamos agua, luz, ni carreteras. Teníamos que cruzar el río en una barca. Yo pasaba mucho miedo”, admite y sonríe señalando que ya en la ciudad condal aprendió a nadar. “Ahora me baño en el mar, el río me sigue dando respeto”, apunta.



Aunque ha pasado la gran parte de su vida en Barcelona donde encontró el amor y allí ha tenido a sus hijos, destaca que nunca ha dejado de volver a Correxais. “Cuando eran los niños pequeños, venía casi todo el verano aquí, con mis padres”, rememora. “Mis hijos, aunque son catalanes y mi yerno también, siempre buscan unos días para venir porque estos son nuestros orígenes”, destaca.

Aunque es cierto que Felisa reconoce que no le importaría vivir en Correxais admite que su vida es más limitada. “Ni mi marido ni yo conducimos por lo que ir al médico o a comprar es más difícil”, reconoce.

Felisa es una de las vecinas que ha seguido volviendo al pueblo, aunque sus padres hayan fallecido y ya no vivan allí “abre la casa” en agosto para poder disfrutar de unos días en esta localidad. Una realidad que no es la más repetida tal y como señala Norberto. Él es el único de sus hermanos que no falla a su cita anual. “Aunque ellos más esporádicamente también vienen. Pero pasa en muchas familias que una vez que fallecen las personas que viven en el pueblo, no vienen”.

El carro que lleva en desuso unos cuantos años

Me fui a Barcelona con 18 años”, admite Norberto quien destaca que la falta de oportunidades laborales fue lo que provoco su emigración. “En los 60 y 70 se iban a Francia, Alemania, Suiza y luego a Barcelona y a Madrid. Mis hermanos se fueron a Barcelona, se fue uno y después le seguimos la mayoría, excepto tres, dos de ellos ahora viven en O Barco”, destaca. 

Norberto recuerda cómo era la vida en Correxais cuando él era un niño. “Todas las casas, tanto del barrio de abajo como de arriba estaban habitadas”, rememora mientras reconoce que actualmente en el barrio de abajo la gran mayoría de las viviendas están abandonadas.

La vieja escuela es ahora un centro social para los vecinos

Había muchos niños en el colegio, estábamos todos juntos con dos enciclopedias, la de primer y la de segundo grado”, subraya.

Precisamente esas risas infantiles son las que vuelven a llenar el pueblo cada verano. Mónica, hija de Norberto nació ya en Barcelona, pero, como cuando era niña, intenta volver cada verano. “Este verano he venido una semana, el año pasado unos días…pero siempre intento volver”.

Reloj que marca el turno de riego a los vecinos de Correxais

Recuerda como durante su infancia deseaba que llegaran esos veranos. “Jugar en la calle y los perros de mi abuela son algunos de mis recuerdos”, destaca mientras asegura que Correxais era sinónimo de libertad. “Salía por la mañana, venía a comer y me volvía a ir. Todo el día jugando en la calle. Algo que en Barcelona era impensable”, destaca.

Norberto y Mónica en el banco donde la conversación es obligada al fresco de la noche

Todos sus primos y amigos se juntaban por las calles de Correxais para disfrutar de veranos de bici, río y piscina, una tradición que intenta mantener, aunque señala que también la situación ha cambiado. “Mi abuela tenía huerta y animales, pero además había tienda en el pueblo, también bar y subía el panadero y el pescadero. Algo que ahora no pasa”, reconoce.

Así, Correxais y Felisa, Norberto y Mónica son solo un ejemplo de la vida que toman muchos pueblos durante el mes de agosto.

Si quieres ver y escuchar lo que nos contaron en Correxais, en el siguiente vídeo lo tienes:


La vuelta al pueblo por generaciones