La devoción por el Padre Eterno, el buen tiempo y una iglesía recién restaurada fueron algunos de los motivos de que este año acudiese tanta gente
El domingo, 16 de junio, Lardeira celebró la festividad del Padre Eterno, entre multitud de devotos. El buen tiempo, que la celebración coincidiese a domingo y una recién restaurada iglesia, ayudaron a que fuese la celebración que congregó más gente en los últimos años.
La festividad del Padre Eterno es una de las más singulares de la provincia ourensana en el apartado religioso. Siguiendo una tradición ancestral, durante la procesión, que tendrá lugar el domingo, las tallas pasan por encima de los devotos o, lo que es lo mismo, los fieles se agachan y pasan bajo las andas. Es una singularidad que pervive alguna que otra localidad del municipio como Ricosende, Soutadoiro o Riodolas. Su significado es claro: los fieles buscan la protección de la advocación, según ha explicado, año tras año, el párroco, Juan José Prieto.
Santo Tirso es el patrón de Lardeira. No obstante, la devoción por el Padre Eterno, como también se conoce a la Santísima Trinidad, llega muy lejos, tanto que para vivir la procesión son muchas las personas que se acercan al pueblo procedentes de otras comarcas vecinas, incluso las leonesas del Bierzo y La Cabrera.
Este año los festejos comenzaron el día anterior con una cena, a la que asistieron 125 personas y en la que se degustó una gran paella. Por la tarde un torneo de dardos entretuvo a gentes de todas las edades, desde los más jóvenes a los más mayores del lugar. «La cena estuvo muy bien, y a pesar del frío de la noche la gente se quedó a la fiesta», nos dice una de las asistentes.
Fotos: Ana Blanco