Bodega Alán de Val: el alma de una tierra embotellada
«Es difícil embotellar el sabor de una tierra, pero a veces es posible». Con esta frase, que hace años alguien usó para describir a la bodega Alan de Val, Joaquín Sánchez Rodríguez resume lo que han conseguido a lo largo de generaciones: capturar en una botella la esencia de Valdeorras.
Ubicada en la finca Pedrazais, en A Rúa, esta bodega familiar nace de una tradición que se remonta a los años 20, cuando el abuelo de Joaquín, José Sánchez Núñez, inició su aventura en el mundo del vino. Décadas después, en 1993, Joaquín y sus hermanos Manuel y José Luis decidieron dar forma a ese legado y fundar Alan de Val, una bodega que hoy es sinónimo de calidad y autenticidad.
La filosofía tras el nombre
«Alán significa armonía, y Val, de Valdeorras. Para nosotros, el nombre lo dice todo: armonía de Valdeorras», explica Joaquín con orgullo y una sonrisa. Y esa armonía se refleja tanto en la manera en que cuidan sus viñedos como en la elaboración de sus vinos. Trabajan exclusivamente con viñedos propios, plantados en suelos ricos en pizarra y arcilla, que dotan a sus vinos de un carácter único. Entre las variedades que cultivan destacan Godello, Mencía, Garnacha Tintorera, Brancellao, Sousón y Caiño.
Cada parcela tiene su propia personalidad, y Joaquín lo describe como un diálogo constante con la tierra: «Las uvas te hablan. Te dicen cómo quieren ser tratadas, y nuestra obligación es escuchar». Este enfoque, combinado con técnicas tradicionales y una constante innovación, ha permitido a Alan de Val crear vinos que no solo reflejan el terruño, sino que cuentan historias.
Vinos que hablan del terroir
La bodega ofrece nueve referencias, que van desde los jóvenes Alan de Val Godello y Alan de Val Mencía, hasta las gamas más elaboradas como Pedrazais Godello sobre lías y Pedrazais Mencía barrica. Cada botella lleva consigo el sello inconfundible de Valdeorras.ç
«Uno de mis favoritos es A Costiña, un Brancellao que habla por sí mismo. Invito a cualquiera a probarlo con foie y dejarse sorprender», sugiere Joaquín. Además, la bodega ha sido pionera en el cultivo de variedades como Brancellao y Caiño Longo, que están demostrando ser perfectas para afrontar los retos del cambio climático.
Maridajes perfectos para esta Navidad
Para las celebraciones navideñas, Joaquín propone combinar los vinos de Alan de Val con los platos típicos de estas fechas. Para empezar, los vinos jóvenes, como Alan de Val Godello, son perfectos para acompañar mariscos y pescados ligeros. Si el menú incluye carnes blancas, como capón o pollo de corral, el Pedrazais Godello sobre lías es la elección ideal, gracias a su complejidad y cuerpo.
Los tintos también tienen un lugar destacado en la mesa navideña. La Garnacha Tintorera, con su carácter robusto, marida de maravilla con platos tradicionales gallegos como el botelo o los codillos. Y para los amantes del foie, A Costiña Brancellao ofrece una experiencia única que eleva cualquier ocasión especial.
El reconocimiento al esfuerzo
Los vinos de Alan de Val no solo conquistan a quienes los prueban, sino que también acumulan premios. Recientemente, Pedrazais Godello recibió un Baco de Oro, mientras que el Pedrazais Garnacha Tintorera fue reconocido como el Mejor Tinto de Galicia. Joaquín recuerda con emoción el momento: «Fue como en los Óscar. No lo esperábamos, y fue un orgullo enorme para nosotros y para nuestra tierra».
En cada botella de Alan de Val no solo hay vino, sino un puente que conecta a todos aquellos que lo comparten. «El vino es social, abre conversaciones, amistades. Es para disfrutar en compañía», reflexiona Joaquín. Y quizás ese sea el verdadero valor de esta bodega: ofrecer un pedazo de Valdeorras que reúne a las personas, como lo hace una buena conversación en torno a una copa.
Alan de Val no es solo una bodega; es el alma de una familia y de una tierra, embotellada con dedicación y cariño. Si alguna vez has querido probar cómo sabe Valdeorras, basta con abrir una de sus botellas. Y a veces, solo a veces, es posible.
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