Enrique Álvarez Barreiros: «Nin salvaron o monte nin salvaron as casas e agora tampouco axudan coa auga»
El alcalde de Vilamartín sigue esperando una intervención sólida en los montes y en las captaciones por parte de las administraciones. Mientras, el concello ya ha comenzado a derribar las casas en San Vicente de Leira a la espera de recibir los 47.000 euros comprometidos por la Xunta
Tres meses después de los incendios que arrasaron Vilamartín de Valdeorras, el municipio continúa sin recibir el apoyo técnico que esperaba para abordar las consecuencias en los montes y en el abastecimiento. La reunión mantenida esta semana entre los alcaldes de Vilamartín, O Barco, A Rúa y Petín confirmó un diagnóstico compartido: ninguna administración ha enviado técnicos ni ha elaborado un plan para intervenir en las zonas quemadas, pese a que el riesgo para las captaciones aumenta con cada lluvia.
En ese encuentro, incluso se planteó la posibilidad de respaldar movilizaciones si nada cambia. «Se hai que saír á rúa, imos saír», afirmó el alcalde de Vilamartín, Enrique Álvarez Barreiro.
El desgaste que está provocando los problemas con el agua, también se nota en el trato diario. El alcalde explica que incluso ha escuchado reproches directos por parte de los vecinos. «O outro día un veciño chamoume incompetente», cuenta. Asegura que entiende el enfado, pero admite que comentarios así le afectan porque llevan tres meses sin descanso y la situación desborda por completo la capacidad municipal. «Isto supéranos. Nós chegamos ata onde chegamos», afirma, insistiendo en que, con los medios del Concello, es imposible afrontar un problema de esta magnitud.
Pero, en estos momentos, cada episodio de lluvia provoca arrastres que enturbian las captaciones, especialmente en el regato do Bacelo, entre Cernego y O Robledo, donde se encuentra el manantial principal. Las laderas siguen sin tratamiento desde agosto y la erosión avanza: «Esa zona tiña que estar tratada desde o primeiro mes. Agora xa imos tarde», advierte el alcalde.
El suministro no se ha interrumpido, pero funciona «en malas condicións» y bajo una presión constante. «O día que non poidamos meter auga na rede será un problema moi serio», reconoce.
Desde la primera semana tras los incendios, el Concello trasladó la situación a la Diputación de Ourense, a la Xunta y al Gobierno central. Tres meses después, la respuesta es la misma: ninguna administración ha enviado técnicos, ni para valorar los daños en las laderas ni para definir qué intervenciones son necesarias antes de que el invierno agrave la situación.
Las actuaciones puntuales de la Confederación Hidrográfica en algunas captaciones han evitado problemas mayores, pero no resuelven el origen del deterioro. «Sen esponxa natural, a auga non se retén. E así é imposible recuperar os acuíferos», insiste Álvarez Barreiro.
Ante la ausencia de ayuda, el Ayuntamiento ha iniciado trabajos propios de emergencia. Con una empresa y un dron, están sembrando 40 hectáreas en la zona de los manantiales de Abelaído y San Miguel, con el fin de frenar la erosión y proteger el abastecimiento de Arcos, Valdegodos y San Miguel. El alcalde aclara que estas medidas son solo un parche: «Son actuacións para aguantar, non para resolver. O que fai falta é o que non se fixo: tratar o monte».
Y mientras, los vecinos viven con una mezcla de resignación y cansancio. Algunos recurren a fuentes, otros esperan los repartos de agua del Concello y muchos sienten que la situación se eterniza sin una estrategia clara. «A frustración é enorme», admite el alcalde.
San Vicente: los derribos y el agravio comparativo con león
Y mientras, las máquinas ya trabajan en San Vicente de Leira, derribando las casas que ardieron y que corren riesgo de venirse abajo. Álvarez Barrientos lamenta que «de todo o prometido non chegou nada», y que es el propio Concello quien ha tenido que contratar a la empresa que está actuando en la zona. Confía en que finalmente la Xunta abonará los 47.000 comprometidos solo para el derribo, porque cuando comiencen con el desescombro la factura será mucho mayor.
Álvarez Barreiro añade que Galicia recibe un trato desigual respecto a la provincia de León, donde —explica— las ayudas por viviendas destruidas alcanzan los 200.000 euros, frente a los 120.000 que se contemplan en Galicia. Una diferencia que, asegura, aumenta la sensación de abandono.
Álvarez Barreiro resume su posición con un mensaje claro: «Se non foron capaces de apagar os lumes nin salvar os pobos e agora tampouco son capaces de axudar, que alguén explique para que están». El Concello seguirá interviniendo «ata onde poida», pero el alcalde advierte de que el municipio necesita asistencia técnica urgente. «Chegamos ata onde podemos. Máis alá, non».
Puedes escuchar aquí la entrevista completa: