La casa Navideña de Arcos que tiene su propia historia

Luces que indican la entrada al salón de comidas familiares
Los cestos de madera de acarrear las uvas se han convertido en un buen contenedor de adornos
Las vigas del salón también se han adornado con una guirnalda y una corona iluminada
Centros de mesa con velas y ramas naturales de abeto
Exterior del salón de celebraciones
Bastones de caramelo hechos por Olga con churros de piscina adornan la fachada
Las luces se encienden al caer el sol
Una estrella realizada por Olga en el brocal del pozo también decorado
Chupa chups, de brillantes colores, en primer plano
Fachada de la casa totalmente decorada
Galletas de jengibre gigantes guardan las ventanas superiores
El pasamanos de la entrada adornado con estrellas, corazones y bastones de caramelo realizados por Olga
contemplando su obra
Las luces son otra parte importante de la decoración de esta casa de Arcos
Olga, su marido y sus hijas, se han esforzado para que su casa transmita el espíritu navideño al que siempre han estado acostumbrados

Olga nos abre las puertas de su casa. Una vivienda en la que se respira navidad. Una parcela en la que se puede ver la manera en la que se han esforzado durante meses para poder llenar de alegría cada uno de los rincones. 

Desde noviembre trabaja día tras día en poder alegrar estas fechas marcadas por un triste año. Junto a su marido y a sus hijas, han hecho a mano todas las decoraciones que llenan de luz los días y las noches de Navidad. 

Es momento de amor, pasión y alegría, algo que la familia de Olga Prada no quiere olvidar jamás, quieren recordar esos momentos que tenían con sus seres queridos. No renuncian dejar atrás tradiciones que vivieron con tanta felicidad. ¿Por qué? «Porque la vida son dos días y hay que vivirlos», según la misma Prada.  

Entonces, ¿Cómo surge toda esta iniciativa?

«Teníamos una Navidad muy bonita, con mis padres, el padre de mi marido, mis hijas y los sobrinos de mi marido. Estábamos todos en familia, pero este año fallecieron tres. Mi padre, mi suegro y mi tío. Entonces, en vez de ponernos tristes y melancólicos, creemos que la vida son dos días y que hay que seguir con ese espíritu Navideño».  

Una historia de superación y ganas de poder seguir adelante, aunque los recuerdos siempre quedarán presentes en la memoria de sus familiares.