El relato de un voluntario de Protección Civil en Trives: «La peor película de terror de mi vida»
Las llamas que desde hace días avanzan sin control por Ourense han dejado imágenes y testimonios difíciles de olvidar en la comarca de Trives. Uno de ellos es el de Ángel Fernández, voluntario de Protección Civil, que resume lo vivido en una frase: «La peor película de terror de mi vida».
Ángel llevaba dos días sin dormir cuando, en la madrugada del martes, un fuerte viento —«casi huracanado»— avivó el fuego que descendía desde A Cabeza Grande hacia núcleos como Covas, Castro y Penapetada. «En menos de dos horas el fuego bajó hasta Trives. Veías pueblos enteros ardiendo, carreteras intransitables, gente muy preocupada… y sin medios aéreos», lamenta.
Relata que comenzó su jornada con un aviso de incendio junto a un hotel a la salida de Trives, sin brigadas disponibles para acudir: «Me dejaron solo apagando un incendio. No es normal». Con la ayuda de compañeros y del camión municipal lograron controlarlo, pero horas después las llamas revivieron. «No hay limpieza de montes y todo está abandonado. Así es muy difícil».
En medio del caos, Ángel destaca el papel de los vecinos: «Aquí somos gente que decidimos vivir en el pueblo y apostar por él. Los que salvaron los pueblos fueron voluntarios, vecinos y Protección Civil». Gracias a ese esfuerzo, barrios como Xunqueira y Pena Folenche se libraron de las llamas.
Además, lanza una petición clara: «Reclamamos medios porque nos vemos indefensos. Nos hacen falta muchas cosas y no las tenemos. Un camión para poder entrar en incendios forestales, aunque no sea lo nuestro, días como este nos hubiera salvado la vida». Pide que las llamadas de auxilio desde Trives tengan respuesta inmediata y que se refuerce la atención al rural: «Tenemos que cuidarnos nosotros mismos, porque desde fuera no siempre miran por nosotros».
A pesar del cansancio, no puede permitirse descansar. «Tengo un negocio que mantener y ahora me voy a preparar comidas», explica. Pero incluso así, no piensa dejar de ayudar: «Por la tarde llamaré a mi jefe de Protección Civil para saber dónde hay que ir. Seguiremos». Su testimonio refleja la dureza de unos incendios que, en Trives y Manzaneda, han obligado a evacuaciones y confinamientos, y que mantienen movilizados a cientos de efectivos en toda la provincia.
Para este voluntario, la falta de recursos y la magnitud del incendio dejan una lección clara: «Tenemos que cuidarnos nosotros mismos, porque desde fuera no siempre miran por nosotros». Aunque el viento amainó y eso facilitó las labores de extinción, la tensión continúa. «Por la tarde, cuando termine en mi negocio, llamaré a mi jefe de Protección Civil para saber dónde hay que ir. Seguiremos», asegura.