El Belén de Petín: una tradición que resiste al tiempo y a la memoria

Lleva más de cinco décadas 

En Petín, la Navidad tiene un lugar fijo desde hace décadas. No aparece en los calendarios ni en los relojes, pero todos saben dónde encontrarla: en el Belén de la parroquia de Santiago, una obra colectiva que es mucho más que una representación del Nacimiento. Es memoria, constancia y cariño compartido.

Este año, el Belén se monta con un nudo en la garganta. Falta Margarita, una de las personas que más tiempo llevaba participando en su elaboración, y su ausencia se nota. «Bótase de menos», reconoce Luis con sencillez, como se dicen las cosas importantes en los pueblos. Aun así, el Belén vuelve a levantarse, fiel a su cita con la Navidad, porque hay tradiciones que no se abandonan mientras haya manos dispuestas y corazón para seguir.

Luis lleva más de veinte años implicado en el montaje. No recuerda exactamente cuándo empezó, pero sí tiene claro por qué continúa: «Gústame seguir cada tradición que vén dos anos anteriores. Mentres se pode, hai que conservala». Esa es la filosofía que sostiene este Belén, transmitida de generación en generación, durante más de medio siglo.

El montaje no es obra de una sola persona. Alrededor de media docena de vecinos colaboran cada año, cada uno cuando puede, organizándose casi sin palabras, como quien repite un gesto aprendido de memoria. Algunos faltan un día, otros llegan otro, pero el Belén siempre acaba tomando forma.

Lo más especial, explica Luis, es el misterio. No solo el religioso, sino también el que esconden sus figuras. Grandes, casi de tamaño real, diferentes a las que se ven en otros belenes de la comarca, sorprenden especialmente a los niños. Las figuras originales —María, San José, el Niño, la mula, el buey, los Reyes Magos o el ángel— siguen siendo el corazón de la escena, protegidas por una estructura de corcho que simula la cueva.

A su alrededor, el Belén crece cada año con nuevas incorporaciones y piezas recuperadas: pastores en camino al portal, una mujer con cántaro, un carpintero trabajando, molinos con aspas en movimiento, un panadero, un pescador que nunca deja de hacer reír a los más pequeños y hasta un pájaro de sonidos extraños que se ha convertido en uno de los detalles más esperados.

Nada está puesto al azar. Hay una fuente con agua corriente, una plaza con un farol que recuerda al de Petín, casitas de corcho y madera iluminadas sobre el portal, y un xuncal que parece no dejar nunca de crecer. Cada rincón guarda una historia, un recuerdo o una risa compartida.

El Belén de Petín también es un homenaje silencioso a quienes ya no están. A vecinos como José Luis Galán, autor de muchas piezas de marquetería, y ahora, de manera especial, a Margarita, cuya dedicación sigue presente en cada detalle, aunque este año no esté.

Visitarlo es volver a la infancia, sorprenderse como entonces y entender que hay tradiciones que se sostienen gracias al esfuerzo discreto de la gente sencilla. Porque mientras haya quien crea que merece la pena seguir, el Belén de Petín seguirá encendiéndose cada Navidad.

Horarios de visita
El Belén puede visitarse en horario de misa y también los sábados y domingos de 17:00 a 20:00 horas. Permanecerá expuesto hasta el 17 de enero, día de San Antonio, festividad local.