Diez años después, Heredeiros da Crus vuelven a actuar en Valdeorras. Su último concierto en la comarca fue, según recuerdan desde la organización, en la Sala Baranda, en el año 2015, y desde entonces no habían vuelto. Ahora lo harán como uno de los cabezas de cartel del SILFest 2025, donde se subirán por primera vez al escenario del festival para presentar su nuevo disco, Trankimasin. Para Jorge Álvarez, uno de los organizadores, este regreso tiene un significado especial: «De pequeño imitaba a Javi Maneiro con mis primos en el salón de casa. Es un lujo tenerlos aquí».
Junto a ellos, destaca también otro de los nombres fuertes del cartel: Biznaga, una banda ya consolidada que ha pasado por programas como La Revuelta de David Broncano, y que, según los organizadores, llevaba tiempo siendo demandada por el público del SILFest. «Están en plena forma, tocando en salas y festivales de todo el país» comenta José Carlos Vilor. Su presencia, aseguran, refuerza la apuesta por ofrecer directos potentes y con personalidad.
Y el cartel continúa con Mujeres, Repion, Kokoshca, Celia Becks, Pavlenha, Javier Lago, Helena Egea, Mrs. Fine, Scala, Pándega y Nerea Jiménez. Una mezcla ecléctica, seleccionada con mimo por un equipo que busca sorprender sin dejar de lado la solvencia en directo. «No queremos ser como los demás», insisten. «Buscamos grupos que conecten, que aporten algo distinto y que se ganen al público en el escenario».
Y no sería la primera vez que lo logran. Año tras año, el SILFest ha demostrado ser un trampolín para muchas bandas que, poco después de pasar por O Barco, saltan al circuito de grandes festivales. Pasó con Carlos Ares, con Shinova, con Fillas de Cassandra o con Varry Brava. «Hay gente que los vio aquí con cientos de personas y al año siguiente estaban tocando delante de 20.000», recuerdan.
La elección del cartel no siempre es fácil. Jorge y José Carlos no siempre coinciden, y en ocasiones es Patri, la jefa de producción técnica, quien hace de árbitra entre sus gustos. Aun así, el resultado se mantiene firme: propuestas frescas, mezcla de estilos y un cartel con identidad propia.
Otro de los elementos diferenciales del SILFest es su entorno. A orillas del río Sil, la playa fluvial se convierte en un recinto natural con camerinos individuales y el mismo trato para todas las bandas, incluidas las locales. «Aquí los camerinos tienen vistas al río. No es una esplanada de asfalto. Eso marca la diferencia, y los artistas lo notan», explican. «Muchos nos llaman después para ver cuándo pueden volver».
Este año, la mayoría de entradas vendidas hasta la fecha proceden de fuera de la comarca. Los de casa, como siempre, comprarán más tarde. El abono de dos días cuesta 46 euros, y el del Mini SILFest, 12. Se pueden adquirir en www.silfestvaldehorras.com, y próximamente también en formato físico. Una vez se publique la programación por días, se pondrán a la venta las entradas individuales.
Pero el SILFest no es solo música. El festival incluye actividades para niños, cine, propuestas culturales y una apuesta constante por el talento local. «Hay gente que viene al festival, descubre Valdeorras y repite. Eso tiene un impacto real en la comarca», explican. Por eso cuenta con el apoyo de Turismo de Galicia —su principal patrocinador—, además del Concello do Barco, la Deputación de Ourense, el Consello Regulador y Vibra Mahou, y otras muchas empresas locales que colaboran desinteresadamente.
Diez años después de su nacimiento, el SILFest es hoy un referente en el circuito alternativo gallego y una plataforma real para artistas que están a punto de despegar. A veces, basta con estar ahí para poder decir después: «Yo los escuché primero».
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