Lola Doporto vuelve de Santiago agradecida, emocionada... y con alguna obra menos
«Estoy aterrizando aún, pero fue una inauguración preciosa». Con esas palabras resume Lola Doporto lo que vivió en Santiago de Compostela el día que inauguró su exposición en San Martiño Pinario, a escasos metros de la Catedral. La artista de Millarouso (O Barco de Valdeorras), no solo presentó su obra: cerró un ciclo personal y artístico que define como «mi camino», lleno de etapas, emociones y agradecimientos.
La muestra, compuesta por 25 cuadros y cuatro maniquíes que parecen haber salido de ellos, permanecerá abierta hasta el 30 de septiembre. Entre las piezas, hay seis nuevas, varias creadas contrarreloj, y otras que pertenecen a etapas anteriores, incluidas algunas muy duras que, sin embargo, están emocionando al público. «Mis personajes querían llegar a Santiago a recibir la bendición del Apóstol, así que fueron todos en peregrinaje», cuenta. Y lo hicieron por el Camino de Invierno, el menos conocido, pero también el más cercano a su tierra. Tanto es así, que llevó a la exposición folletos informativos sobre esta ruta para ayudar a visibilizarla.
En el acto de inauguración estuvo arropada por familiares, amigos llegados de O Barco, Noia y otras localidades, y por personalidades como el arzobispo de Santiago, el presidente del Parlamento, Miguel Santalices, su comisaria Tareixa Taboada, el artista Antón Pulido y el alcalde Alfredo García, al que Lola siempre insiste en que va «como amigo, pero también como representante de Valdeorras».
No faltaron tampoco colaboradoras y cómplices de su trayectoria artística como Marina Sánchez, que presentó el acto y cantó el himno gallego con una proyección audiovisual que recorrió Galicia «de norte a sur». Uno de los momentos más emocionantes para Lola fue cuando, al intentar explicar la exposición mirando a su padre, la voz comenzó a temblarle: «Dije ‘de Millarouso a Santiago’ y tuve que dejar de mirarlo para no romperme».
Además del valor artístico, la exposición está pensada para conectar con el público. Cuenta con una hoja de sala en gallego, castellano e inglés, y ya ha emocionado a visitantes de todas partes, como un peregrino japonés o un hombre que rompió a llorar ante el cuadro del botafumeiro. «Solo con que una persona se emocione, ya ha merecido la pena», asegura.
Tanto ha gustado que algunas obras ya no volverán a casa. El propio arzobispo se ha enamorado del cuadro del Apóstol Santiago, del que dice que «hipnotiza» y cuya mirada parece seguir al visitante. También adquirió dos ángeles trompeteros. A Lola le cuesta desprenderse, pero ha aprendido a hacerlo: «Pintas para expresar, pero también para que otros sientan».
La exposición se puede visitar todos los días de 9.00 a 21.00 horas en la Hospedería de San Martiño Pinario. Y aunque este camino se cierra en Santiago, ya tiene otros proyectos en mente: «Espero seguir emocionando. Este círculo se cierra, pero habrá otros».
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