El turismo en Valdeorras gana fuerza y anima a ampliar la oferta hotelera
El verano sigue siendo la temporada estrella para el turismo en Valdeorras, con un flujo constante de visitantes que combina retornados, familias que ya no caben en las casas y viajeros que eligen la comarca por primera vez. A ello se suman peregrinos del Camino de Invierno, cada vez más numerosos en primavera y septiembre, que encuentran aquí una etapa atractiva y menos concurrida que otras rutas.
Este movimiento, junto a eventos como la Vuelta Ciclista a España —que el 10 de septiembre llenó todas las camas disponibles—, las fiestas del Cristo o citas culturales como el Silfest, está empujando a los alojamientos a crecer. Es el caso del Hotel Malecón, que en su séptimo verano se prepara para duplicar su capacidad y responder así a la demanda.
Su cliente habitual, de lunes a viernes, es profesional y está vinculado directa o indirectamente a la pizarra, motor económico de la comarca, pero en verano el perfil se amplía con visitantes por ocio y turismo. «Desde 2020 hemos alcanzado una estabilidad que incluso nos ha llegado a desbordar en fechas señaladas», explica su director, Javier Barba.
La tendencia local encaja con el buen momento que vive el turismo gallego. En los seis primeros meses de 2025, Galicia recibió casi tres millones de visitantes, que generaron más de cinco millones de pernoctaciones en alojamientos hoteleros. El gasto medio por turista ha crecido un 7 % respecto a 2024, situándose en 471 euros, y los visitantes extranjeros —que en junio ya suponen el 40 %— gastan de media 120 euros diarios, frente a los 70 euros de los turistas nacionales y los 50 de los propios gallegos.
El modelo también se transforma: más turismo internacional, más desestacionalización y una distribución más equilibrada por todo el territorio. Municipios del interior como Vilariño de Conso ya reciben más visitantes que habitantes en citas gastronómicas como la fiesta del cabrito, y la declaración como Fiesta de Interés Turístico Internacional de los entroidos de Vilariño, Viana y Manzaneda añade un nuevo atractivo.
En Valdeorras, el reto es seguir ese ritmo y aprovechar la oportunidad. Barba lo tiene claro: «Queremos mantener a nuestros clientes de siempre y abrir la puerta a quienes todavía no nos conocen». Un objetivo que se palpa en estos días de verano, cuando las habitaciones se llenan con familias que regresan, peregrinos que hacen un alto en el Camino y viajeros que llegan atraídos por el vino o la música.
Muchos repiten, y otros se marchan con la historia preparada para contarla, animando a que nuevos turistas —que hasta hace poco ni se planteaban venir— descubran también la comarca, impulsados por las campañas de promoción y por el boca a boca de quienes ya la han vivido.