Los deslumbramientos por el sol están detrás del 5% de los accidentes con víctimas

Los deslumbramientos por el sol están detrás del 5% de los accidentes con víctimas
En O Barco, las calles Manuel Quiroga, Marcelino Suárez y Conde de Fenosa presentan grave riesgo de deslumbramiento. Lo mejor es redcucir la velocidad o incluso utilizar rutas alternativas

Cuando el sol cae, el peligro se levanta. En calles como Manuel Quiroga, Marcelino Suárez o Conde de Fenosa, la luz del atardecer entra de frente y convierte la conducción en un juego a ciegas. «Nos ha pasado de todo: alcances, atropellos graves, personas heridas…», advierte Fernando Lozano, jefe de la Policía Local de O Barco.

El problema se repite cada año, especialmente en mayo y junio. Son los meses en los que el sol, al final del día, se alinea con el trazado urbano y golpea directamente a quienes circulan hacia el oeste. «A esa hora no se ven los pasos de peatones, ni los semáforos, ni si alguien se baja de un coche. Hay que aminorar la velocidad. Y si no se ve nada, el reglamento lo dice claro: se puede parar», recuerda el agente.

Aunque lo habitual es seguir conduciendo como si nada, la falta de visibilidad por deslumbramiento es una causa más común de lo que parece. Según la Dirección General de Tráfico (DGT), el 5 % de los accidentes con víctimas están relacionados con esta causa, especialmente durante las horas crepusculares, es decir, al amanecer y al atardecer.

Lozano insiste en que hay gestos sencillos que pueden evitar una tragedia: «Unas gafas adecuadas, llevar los cristales limpios, circular por calles con sombra si es posible». Por ejemplo, en lugar de cruzar por la travesía, recomienda ir por la calle Cantón, paralela a las vías principales, donde los edificios tapan la luz.

El riesgo no es solo para quienes van al volante. Los peatones también están expuestos. «Ellos sí ven que viene un coche, pero el conductor no los ve. Hemos tenido atropellos graves por esto», lamenta Lozano. De ahí la importancia de extremar la precaución al acercarse a pasos de peatones y zonas escolares.

También hay grupos especialmente vulnerables, como las personas mayores. «Lo que a ti te deslumbra un poco, a ellos puede dejarles completamente sin visión. Tienen menos reflejos y más dificultad para reaccionar», explica. Por eso pide también empatía y paciencia con quienes circulan más despacio: «Puede ser un mayor, o alguien que acaba de sacarse el carné. No somos los únicos en la carretera».

Lozano resume la receta en una palabra: precaución. Porque no hace falta correr ni arriesgar cuando unos segundos pueden marcar la diferencia. Y porque, como recuerda, «el sol no avisa, pero sí deslumbra».