El alcalde de O Barco de Valdeorras, Alfredo García, ha salido al paso de las críticas vecinales sobre la ausencia de aceras en el nuevo paso elevado de la N-120, a su paso por Veigamuiños, asegurando que «es una carretera» y que su diseño responde a la continuidad de la vía. «Ni antes ni después del puente hay aceras, por lo tanto, es un continuo», afirmó el regidor.
García explicó que, en su versión anterior, el puente contaba con un bordillo elevado, pero que no se podía considerar una acera accesible. «Si se hacen aceras, tienen que tener metro y medio por normativa. Lo que había antes no lo cumplía. Ni cabía una silla de ruedas ni una persona con movilidad reducida», señaló. También destacó que el ancho del nuevo puente es el mismo que el del anterior y defendió la rapidez con la que se ha ejecutado la obra. «Lo importante aquí es el tiempo récord en el que se ha solventado el problema», subrayó.
El puente, ubicado en el kilómetro 456 de la N-120, sufrió daños estructurales en mayo de 2024 tras el impacto de un camión articulado, lo que llevó a su demolición y posterior reconstrucción. La nueva estructura, cuya viga principal fue instalada el 18 de diciembre de 2024, ha sido ejecutada por el Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible con una inversión de 600.000 euros.
La falta de espacio para peatones ha generado malestar entre algunos vecinos, quienes utilizaban este paso para conectar diferentes puntos de la localidad, incluyendo el cementerio parroquial. Algunos residentes han propuesto al menos la señalización de pasos peatonales para mejorar la seguridad en la zona.
Sin embargo, el alcalde insiste en que el puente mantiene la continuidad de la carretera y que el Ayuntamiento no ha realizado un análisis específico sobre posibles riesgos. A día de hoy, la infraestructura sigue cerrada al tráfico, pendiente de los últimos trabajos de asfaltado
