
El apagón a gran escala también dejó sin electricidad a toda Valdeorras poco después de las 12.30 horas del mediodía. Lo que en un primer momento parecía un fallo puntual se confirmó rápidamente como una incidencia de gran alcance que afectaba a toda España, salvo Canarias, Baleares, Ceuta y Melilla. La situación ha puesto de manifiesto la fuerte dependencia energética de la sociedad actual.
Hasta las 17:30 de la tarde la luz no ha vuelto a O Barco y poco a poco, los comercios que habían permanecido cerrados o a oscuras, pudieron recuperar la normalidad. Pero han sido 7 horas sin electricidad y sin teléfono, que se han vivido de manera parecida en toda la localidad.
Entre las infraestructuras críticas, el hospital comarcal de Valdeorras logró mantener su actividad gracias a los generadores de emergencia, funcionando con normalidad tanto en quirófanos como en las unidades de críticos. Desde el Sergas se transmitió un mensaje de tranquilidad a la ciudadanía, asegurando que los servicios médicos operaban como en un día cualquiera.

En las calles, el impacto del apagón no tardó en notarse. Los semáforos de O Barco se apagaron por completo, lo que obligó a la Policía Local a salir a regular el tráfico manualmente para evitar incidentes.

Los cajeros automáticos también quedaron inoperativos, complicando las compras en un día en el que solo era posible pagar en efectivo.

Muchos comercios cerraron sus puertas al quedarse sin luz. El supermercado Eroski, que inicialmente permaneció abierto, acabó cerrando ante la imposibilidad de continuar operando sin suministro eléctrico.

En la carnicería Pascual, su dueño expresaba su preocupación por la conservación de los productos. Las cámaras frigoríficas tienen una autonomía limitada de unas pocas horas, y un apagón prolongado podría traducirse en importantes pérdidas económicas, tanto por el deterioro de la mercancía como por las ventas no realizadas. «Tengo una báscula analógica para pesar, pero no puedo cortar ni picar carne», comentaba Pascual, que espera que el apagón no se prolongue por demasiado tiempo.

Una situación similar vivieron en el café Lisboa. Ricardo Cela, su responsable, tuvo que cerrar el local, ya que la falta de luz impedía tanto el funcionamiento de la cafetera como el de la caja registradora. Solo su cocina de gas seguía operativa, y algunos vecinos aprovecharon para encargar tortillas y otros platos ante la imposibilidad de cocinar en sus casas.

En el supermercado Super Onda, en la calle Abdón Blanco, se vendieron algunos productos básicos apuntándolos en papel, como antaño. No pudieron contactar con su aseguradora, ya que tampoco funcionaban los teléfonos. La gerente confiaba en que el apagón no se alargase demasiado.

En el bar cafetería Dock, varios clientes esperaban en la terraza. Aunque algunos podrían comer, solo dispondrían de bebidas del tiempo y platos que no requirieran freidoras ni hornos eléctricos, como explicaba Wendy, encargada del local.

El restaurante O Piquiño vivió una situación particular: aunque hoy no abrían al público, Marcos, el propieetario, se quedó atrapado dentro del establecimiento cuando la puerta automática se bloqueó con el corte de luz. Tuvieron que hacer señales hasta que una camarera que pasaba logró ayudarles a salir, pasándoles una llave por debajo de la puerta.

Pero no solo empresas y comercios han visto alterada su jornada. La cartera de la zona centro de la villa también ha visto entorpecido su trabajo por la falta de luz. Los porteros automáticos no funcionan y los ascensores tampoco y repartir y entregar paquetes no ha sido fácil. Afortunadamente, este apagón, aseguraba, ha ocurrido cuando ya había realizado parte de su trabajo.

Los problemas se extendieron también a las puertas automáticas de garajes y negocios, muchas de las cuales no podían abrirse ni cerrarse.

No todo fueron inconvenientes. Algunos negocios de comida para llevar, como Le Coq Grill, lograron mantener su actividad. Gracias a sus freidoras de gas, pudieron seguir cocinando y atendiendo a una clientela creciente, que buscaba alternativas para comer ante la falta de electricidad en casa. Salesa, su encargada, explicaba que vendieron prácticamente todos sus productos: conservas, agua, leche, ensaladas, paellas, macarrones, costillas y pollos, aunque preparados de manera diferente por la falta de asador.

Gracias a ello, han podido servir a decenas de clientes que llegaban con el mismo problema: «No puedo hacer la comida en casa porque no tengo luz». Salesa, la encargada, nos contaba que han vendido prácticamente todo, sobre todo latas de conservas, agua, leche... productos básicos.

Pero también ensalada, paella, macarrones, costilla y pollos, aunque preparados de manera diferente a la habitual, ya que el asador no funciona. El peso, el de que funciona a pilas, y las cuentas con calculadora y entregadas en papel. Solo pueden cobrar en efectivo, aunque a los clientes habituales les fían. Para muchos ha sido un gran alivio.
A estas horas aún hay zonas de España a oscuras y sin línea telefónica aunque se espera que lo haga a lo largo de la tarde. Ahora es el momento de buscar la causa y de hacer recuento de daños.