Master of Wine: cuando la opinión de un experto transforma un vino
Un Master of Wine no es simplemente un experto en vinos. Es un título reservado para quienes dominan todos los aspectos del mundo vinícola: desde la viticultura hasta la elaboración, pasando por la cata y el mercado global. Desde su creación en 1955 en el Reino Unido, menos de 500 personas han alcanzado este prestigioso reconocimiento. En estos momentos hay 421 repartidos por 30 países, solo un tercio son mujeres. Este título nació como una herramienta para certificar a profesionales del comercio británico del vino, garantizando su capacidad para evaluar y comunicar la calidad de las botellas que comercializaban.
Obtenerlo no es fácil: los aspirantes deben superar tres exigentes exámenes. El primero es un análisis teórico que abarca aspectos técnicos, comerciales y culturales del vino. Luego, una cata a ciegas donde se evalúa su capacidad para identificar características y origen de diferentes vinos. Por último, deben presentar un trabajo de investigación que aporte conocimiento al sector. Este proceso convierte a los Masters of Wine en figuras muy demandadas cuya opinión influye directamente en las decisiones de consumidores y productores.
Pedro Ballesteros es un Master of Wine valenciano aunque reside en Bélgica. Ingeniero agrónomo de formación, Ballesteros ha construido una carrera internacional que lo ha llevado a convertirse en una de las voces más influyentes del mundo del vino. Habla cuatro idiomas, ha recibido reconocimientos internacionales y es miembro de importantes asociaciones vinícolas. Está especializado en vinos de alta gama, y su trabajo consiste en contar qué tienen algunos vinos que los hace tan especiales y apetecibles. «Lo que yo hago es contarle al mundo las peculiaridades de los vinos para hacerlos más apetecibles a un público con dinero, lograr que paguen más por ellos», explica con claridad.
Y eso es precisamente lo que vino a hacer esta semana a Galicia: conectar los vinos locales con el mercado internacional a través de una cata a ciegas organizada por la Asociación de Consejos Reguladores del Vino de Galicia y de las II.GG. Aguardientes y Licores Tradicionales de Galicia (ACRUAGA). En el evento, se presentaron 232 vinos de las cinco denominaciones de origen gallegas (Monterrei, Rías Baixas, Ribeiro, Ribeira Sacra y Valdeorras). De ellos, 54 procedían de Valdeorras, divididos a partes iguales entre blancos y tintos.
El camino que han recorrido los vinos de Valdeorras para llegar aquí no ha sido fácil. Hace unas décadas, su producción carecía de identidad definida, tal y como recuerda Pedro Ballesteros: «Cuando yo estudiaba, no existía Valdeorras en el mundo de los vinos. Eran vinos sin ninguna identidad y lo que ha ocurrido gracias al esfuerzo de bodegas como Godeval, Rafael Palacios y otros muchos es que la godello se ha consolidado como el emblema de la región y un referente en el mercado global».
Hoy, la godello no es solo una uva, es «la carta de presentación de Valdeorras en el mundo». Pero Ballesteros insiste en que la comarca tiene mucho más que ofrecer: «Creo que los vinos tintos con personalidad de Valdeorras no van a ser ni mencías ni cosas particulares, sino vinos propios, con variedades autóctonas. Estoy hablando de la merenzao, o de una variedad que me ha encantado hoy, la garnacha tintorera». Sobre esta variedad el experto bromea, «aunque tiene un nombre horrible porque ni es garnacha ni le favorece el nombre de tintorera, podrían llamarla Valdorrera o como quieran, porque tiene un potencial magnífico».
Los resultados de esta cata se publicarán en la revista Club Oenologique, una plataforma de referencia para consumidores de vinos de alta gama. Club Oenologique es leída por consumidores exigentes y profesionales del sector, cuya decisión de compra puede determinar el futuro de una denominación en mercados clave como el británico. El informe incluirá los vinos de Valdeorras junto a otras regiones destacadas y posicionará a la denominación como una opción de calidad para los mercados internacionales.
La opinión de Pedro Ballesteros tiene un peso significativo en el sector. Es capaz de elevar un vino al olimpo de los más deseados o relegarlo al consumo medio. Sin embargo, Ballesteros habla de su trabajo con humildad y este es el consejo que da a quienes quieran seguir sus pasos: «Yo llegué a esto estudiando y disfrutando. Lo único que puedo aconsejar es que esto no es una ambición personal, es un goce continuo. El que quiera estudiar vino, que lo goce cada día. La vida es el goce del presente y hacer cosas bonitas y buenas en el presente, porque en el futuro eso siempre paga».
Ahora solo queda esperar la publicación del informe de Club Oenologique para conocer el impacto de esta cata en la percepción de los vinos de Valdeorras.