Entroido gallego y bótelo de Valdeorras: Cultura, tradición y gastronomía que merecen ser Patrimonio de la Humanidad
El 17 de octubre celebramos por primera vez el Día Internacional del Patrimonio Cultural Inmaterial, una jornada proclamada por la UNESCO para resaltar la importancia de proteger y promover esas tradiciones vivas que nos unen como humanidad. Este día pone el foco en esas prácticas, expresiones, y saberes que forman parte esencial de la identidad de los pueblos, y que, a pesar de su fragilidad, siguen siendo transmisores de historia, cultura y valores.
Galicia, es un ejemplo de cómo el patrimonio inmaterial nos define. Aquí, el eco de los antiguos cantares, los rituales agrícolas, y los festivos entroidos resuenan en cada rincón. Algunos de estos tesoros ya están reconocidos por la UNESCO, como la técnica de construcción de piedra en seco, que se extiende por varias regiones de España. Esta técnica ancestral de levantar muros sin mortero es una prueba de la profunda relación entre el ser humano y su entorno natural.
Pero tenemos otros bienes que están en proceso de ser reconocidos por su valor cultural y de transmisión de la cultura. Es el caso del Entroido, con sus orígenes ancestrales y manifestaciones coloridas, y que es uno de los grandes emblemas de Galicia. La Xunta ha solicitado que sea declarado Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO, y si lo logra, nuestras máscaras, desfiles, y rituales se unirán a esa lista de bienes protegidos, permitiendo que el mundo conozca esta parte tan viva de nuestra historia.
La grandeza del entroido y su relación con el botelo
Lo que hace único al Entroido gallego no es solo la variedad de personajes, disfraces y rituales que se despliegan en cada comarca, sino la integración profunda de elementos que son a la vez festivos, históricos y gastronómicos.
En el caso de Valdeorras, el Entroido cobra un significado especial, no solo por su celebración, sino por su relación inseparable con el bótelo, un embutido ancestral que simboliza el vínculo de la comunidad con su tierra y su tradición. Así lo ha destacado la Xunta en su propuesta para declarar el Entroido como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. El bótelo, elaborado a partir de las partes más sabrosas del cerdo, ha sido durante siglos el plato por excelencia de esta festividad en Valdeorras, donde su preparación y consumo marcan un momento clave del calendario festivo.
El botelo de O Barco de Valdeorras, celebrado incluso con su propia fiesta gastronómica, es más que un simple alimento; es el reflejo de una cultura agrícola y ganadera que ha sabido preservar sus costumbres en torno a la producción y al consumo local. Este embutido no solo representa una riqueza culinaria, sino un símbolo de resistencia cultural, de continuidad y de cohesión social, que sigue congregando a las familias y vecinos en torno a la mesa.
La candidatura del Entroido gallego se apoya, en parte, en esta relación con la gastronomía local, subrayando cómo tradiciones culinarias como la del bótelo son esenciales para comprender el valor social y cultural de esta festividad. El acto de preparar y compartir el bótelo en Valdeorras durante el carnaval es una expresión tangible de la identidad comunitaria, un momento en el que la tradición y el territorio se fusionan para dar sentido a la celebración.
Atractivo turístico
Pero la relevancia del Entroido, y en particular del botelo en Valdeorras, no es solo un asunto cultural o gastronómico; también tiene un impacto económico significativo. Estas festividades atraen a visitantes de dentro y fuera de Galicia, lo que dinamiza la economía local y ofrece una ventana al mundo para mostrar la singularidad de esta comarca. En Valdeorras, donde la viticultura y la gastronomía están profundamente arraigadas, el Entroido y su componente gastronómico se convierten en una oportunidad para promocionar los productos locales y fortalecer el tejido social y económico de la comarca.
El reconocimiento del Entroido como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad sería un homenaje a todas aquellas generaciones que han mantenido viva esta tradición. En un mundo globalizado, donde muchas culturas luchan por preservar su singularidad, Galicia ha sabido proteger lo que la hace única. Una festividad con sus raíces profundas en el pasado y su vibrante presencia en el presente, es una de esas joyas que merece ser protegida y promovida para las generaciones futuras.
Otros bienes inmateriales reconocidos por la UNESCO
La UNESCO ha reconocido ya varios bienes en España, como el flamenco, las Fallas de Valencia, o las fiestas de los Patios de Córdoba, todos ejemplos de cómo la cultura nos habla desde lo profundo de nuestras raíces. Pero también tenemos un deber hacia el patrimonio que aún está en riesgo, que necesita ser protegido, no solo por leyes o declaraciones internacionales, sino por el compromiso diario de quienes lo vivimos.
Mientras reflexionamos sobre este día, no debemos olvidar que el patrimonio inmaterial no solo reside en grandes ceremonias o tradiciones ampliamente conocidas. También está en gestos cotidianos, en la transmisión de saberes de una generación a otra, en las canciones que cantamos y en los platos que preparamos. Son esos pequeños hilos invisibles los que tejen nuestra identidad y nos conectan con nuestros ancestros y con el futuro.
Y si hablamos de lo inmaterial, también cabe recordar que nuestra tierra, Valdeorras, es mucho más que paisajes o monumentos. Es el latido constante de una cultura que sigue viva, una cultura que necesita ser celebrada y protegida.
Hoy, celebramos el pasado, el presente y el futuro de lo que somos. No dejemos que desaparezca. Porque lo inmaterial es, quizás, lo más valioso que tenemos