El pasado miércoles finalizada el plazo de consulta del proyecto de la Central Hidroeléctrica Reversible Prada –Santa Eulalia y su línea de evacuación en el Ministerio de Transición Ecológica. Un proyecto ubicado en el concello de A Veiga y que se trata de una central hidroeléctrica reversible, es decir el agua produciría energía al bajar desde el embalse de Prada—que actualmente se utiliza por Endesa en un proyecto diferente— y esa energía se utilizaría en parte para volver a subir el agua a la presa.
Entidades como Endesa e Iberdrola han presentado alegaciones a este proyecto. También la Asociación para a Defensa Ecolóxica de Galiza —ADEGA— se ha manifestado en contra, asegurando que se trata de un "trapicheo de megawatios". Explican a tarvés de un comunicado que la central pretende conectar los embalses de Puertas y Santa Eulalia, en la cuenca del Xares, mediante túneles y la excavación de una central enterrada bajo el Macizo Central.
Al respecto se ha pronunciado el alcalde, Juan Anta, tras ser preguntado por este medio. Asegura que el Concello de A Veiga «no es demagogo» y, antes de opinar sin fundamento, «leemos cada proyecto que salga. Somos respetuosos y moderados». Explica que, una vez realizado este paso y conociendo el impacto medioambiental que a priori parece tener esta central, «parece mucho menor que cualquier otro proyecto planteado. En los eólicos había motivos para estar en contra».
El regidor ya ha mantenido varias reuniones con los promotores de este proyecto y, entre los requisitos indispensables se encuentra el respeto a la cota de agua durante los meses de verano. «Hay que tener en cuenta que esto es una exposición al público. Solo es el primer paso de los muchos que hay que dar en cualquier proyecto». Además, juega en su contra las alegaciones negativas de las dos empresas que en estos momentos tienen la explotación del pantano.
Por otro lado, el alcalde valora de forma muy positiva la gran creación de empleo que este proyecto supondría para A Veiga. «Se habla de alrededor de 600 puestos los primeros tres años y después, entre 12 y 14 personas fijas. Si no existe un gran impacto, yo estaría a favor».
Con respecto a las asociaciones que ya se han mostrado en contra de esta central, Anta destaca que le hacen un «flaco favor a los territorios sin apenas conocerlos o sin saludar nunca a un vecino. Algunas [asociaciones] pretenderían que en A Veiga vivieran dos personas y el campo estuviera intacto para poder visitarlos una vez al año».
