Las tierras raras: el recurso estratégico que podría cambiar el futuro de Valdeorras
Bajo el suelo de Valdeorras podría esconderse una de las claves del futuro tecnológico de Europa. Pero, por ahora, nadie sabe con certeza si está ahí, ni si su explotación sería viable. Mientras la batalla mundial por las tierras raras se intensifica, Galicia aún no ha dado el primer paso: saber si tiene en su territorio un recurso estratégico que podría cambiarlo todo.
Estos minerales, compuestos por 17 elementos químicos, son fundamentales para fabricar baterías, turbinas eólicas, dispositivos electrónicos y equipos militares. Su demanda ha crecido exponencialmente en los últimos años y su control se ha convertido en un asunto de geopolítica internacional.
China domina la producción mundial de tierras raras, con más del 70% del mercado. Su monopolio ha permitido que, en momentos de crisis, utilice estos minerales como herramienta de presión económica contra Occidente. Por eso, Estados Unidos y la Unión Europea han trazado estrategias para reducir su dependencia y encontrar fuentes alternativas.
El conflicto en Ucrania también ha puesto de manifiesto la importancia de estos minerales. Rusia, que invadió el país en 2022, ha intentado consolidar su control sobre los yacimientos de tierras raras situados en el Donbás. Estados Unidos, por su parte, ha condicionado su apoyo militar a Kiev para garantizar la paz, a la concesión de derechos de explotación de estos recursos, un reflejo de lo que está en juego en esta nueva guerra económica.
Todos quieren las tierras raras de Ucrania. Con este escenario de fondo, Europa busca nuevos yacimientos en su propio territorio. Y aquí es donde Galicia podría jugar un papel clave.
¿Podría Galicia ser parte de la solución?
La geología sugiere que Galicia podría albergar tierras raras en distintas zonas, entre ellas Valdeorras. Según el delegado en Galicia del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos, Pablo Núñez Fernández, la comunidad tiene un gran potencial en este campo, pero falta inversión en exploración.
«Las tierras raras son esenciales para la transición energética y la industria tecnológica. Sabemos que Galicia tiene formaciones geológicas favorables en zonas como Valdeorras, pero sin estudios detallados seguimos sin saber si podemos aprovechar estos recursos», explica Núñez.
El año pasado, la Xunta de Galicia reactivó permisos de investigación en 384 hectáreas de Valdeorras, pero sin estudios más profundos, comenta Nuñez, no se puede determinar si la cantidad de minerales es suficiente para justificar su explotación.
La mina de Penouta, en Viana do Bolo, ha sido hasta ahora el único proyecto que ha llegado a explotación en este sector. Gestionada por la empresa canadiense Strategic Minerals, se trataba de la única mina en Europa que extraía coltán y estaño, minerales que contienen tierras raras.
Sin embargo, lo que parecía una gran oportunidad se ha convertido en un caso complicado. Apenas año y medio después de obtener el permiso de la Xunta para ampliar su explotación y generar 129 empleos, la mina se encuentra paralizada por una sentencia del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) y la empresa ha entrado en concurso de acreedores tras no conseguir nuevas inversiones.
La razón de su paralización ha sido el impacto ambiental, ya que su actividad fue denunciada por colectivos ecologistas. El caso ha puesto sobre la mesa el reto de equilibrar el aprovechamiento de recursos con la protección del entorno. «El caso de Penouta demuestra que, si queremos explotar estos minerales, hay que hacerlo con planificación y con todas las garantías», comenta Núñez.
Los desafíos de la minería en Europa: ¿será demasiado tarde?
Uno de los principales problemas de la minería en Europa es la lentitud en la concesión de permisos y la puesta en marcha de proyectos. Según Núñez, actualmente el desarrollo de una mina en Europa puede tardar entre 12 y 15 años, un plazo que contrasta con la rapidez con la que otros países están avanzando en la explotación de estos minerales. «Si tardamos 15 años en desarrollar una mina, puede que cuando esté lista la tecnología haya cambiado y ya no sea rentable», advierte el geólogo.
Para intentar acelerar los procesos, la Unión Europea aprobó en 2023 la Ley de Materias Primas Críticas, que establece un plazo máximo de 24 meses para la concesión de permisos mineros. Sin embargo, en la práctica, los trámites siguen siendo largos y complejos. «Europa se ha dado cuenta de que no puede depender de China, pero si no agiliza los procesos, será tarde para competir», señala Núñez.
¿Existen alternativas a las tierras raras?
Ante la creciente demanda, algunos científicos han intentado encontrar sustitutos para las tierras raras, pero hasta ahora no hay ningún material que iguale sus propiedades en aplicaciones clave como los imanes de aerogeneradores, motores eléctricos o dispositivos electrónicos. «Se están investigando nuevos materiales y métodos para reducir la dependencia de estos elementos, pero aún falta mucho para que sean viables», explica Núñez. El desarrollo de materiales alternativos podría tardar décadas, por lo que la industria sigue dependiendo de estos minerales.
La minería ha sido históricamente uno de los pilares económicos de Valdeorras, con la extracción de pizarra como actividad principal. Pero el sector ha evolucionado y, ante la creciente demanda de minerales estratégicos, algunos expertos consideran que Valdeorras podría tener una nueva oportunidad en la industria minera.
Sin exploración, es imposible saber si Valdeorras realmente tiene tierras raras en cantidad suficiente para su explotación, señala Nuñez. «La única manera de saber si Valdeorras tiene tierras raras en cantidad suficiente para ser explotadas de manera rentable es realizando estudios en profundidad», señala Núñez. «Si estos minerales están en el subsuelo y su extracción es viable, podrían representar una oportunidad económica para la comarca».
Pero el debate no es solo económico, sino también ambiental. El caso de Penouta ha demostrado que la extracción de estos minerales puede generar conflictos con la protección del medio ambiente. En caso de que en Valdeorras se confirmara su presencia, el gran reto sería encontrar un modelo de explotación sostenible, que garantizara tanto el aprovechamiento de los recursos como la protección del entorno natural.
Puedes escuchar aquí la entrevista completa