jueves. 28.03.2024
Carballeda

Los restos hallados en la Ciudad de la Selva muestran una fotografía de la vida cotidiana

Las antiguas escuelas de Casaio se han llenado estos días de objetos rescatados por el equipo de Sputnik Labrego, como botes de crema, huesos de las últimas cenas o armamento procedente de los chozos o almacenes del que fue el núcleo central del asentamiento de la Federación de Guerrillas de León-Galicia, la llamada Ciudad de la Selva sita en los montes de la zona.

 

 

Los directores del proyecto, Alejandro Rodríguez y Carlos Tejerizo, han explicado la importancia de la cantidad de objetos recuperados, que ha sido más de la esperada y que sin lugar a dudas es uno de los mayores conjuntos de objetos relacionados con un movimiento guerrillero en toda Europa, junto con los trabajos que se están llevando a cabo en Grecia o Italia.

 

 

Durante esta semana, el equipo ha estado analizando estos materiales exhumados en la campaña de julio, cuando se excavaron. En la tarde del sábado tuvo lugar una charla de impartida por los expertos Carlos Tejerizo y Antonio Romero, de la Universidad del País Vasco.

 

 

Ante una veintena de asistentes, Carlos Tejerizo dio una explicación  sobre los restos encontrados en los chozos que, han estudiado en las últimas salidas a campo. Se detuvo más en el de Morteiras 1, donde se hallaron gran número de huesos que se cree fueron de la última cena, ya que se encontraron todos en un mismo lugar. Se piensa que fueron sorprendidos por la Guardia Civil y la caldereta de cordero y cabrito que tenían para comer quedó en el mismo lugar que ellos la dejaron.

 

 

La posible razón de que se encontrasen tantos restos, entre ellos muchos relacionados con la higiene personal —pasta de dientes, crema de la cara—, y en tan buen estado, se debe a que la Guardia Civil expoliaba lo que había dentro y luego le prendía fuego al chozo. La penicilina y jarabes encontrados muestran que estos guerrilleros también enfermaban y además tenían relación y contacto con los médicos.

 

 

«Lo hallado nos muestra una fotografía de la vida cotidiana» afirmó Tejerizo. El estudio de los restos sirvió para desmontar la teoría de que los guerrilleros pasaban hambre, por los menos los que se movían por tierras de Casaio. Además había relación y solidaridad por parte de las personas de los alrededores. Huesos de vaca, cabra, oveja, habas y garbanzos quemados, latas de conserva y muchos restos de alimentos permiten concluir según Tejerizo «que no pasaban hambre».

 

 

Antonio Romero mostró los distintos huesos encontrados en el chozo a los asistentes, revelando la diferencia entre los que eran de chivo y los que eran de oveja. También dió una explicación sobre un o que había sido digerido por un perro, lo que se supone o que tenían un can, o que los pastores merodeaban por el lugar.

 

 

Que eran un grupo bien organizado y de suministro complejo se puede deducir del buen número de restos relacionado con el armamento. El material provenía de sitios tan dispares como Grecia, la República Checa o México. Era moderno y en algunos casos reutilizado de otras guerras.

 

 

El material después de limpiarlo, registrarlo y analizarlo, estará un año en posesión de este grupo de estudiosos, al cabo del cual será entregado al Museo Arqueológico de Ourense para que se haga cargo y decida si lo deja en Casaio o tomará otro rumbo.

 

Los restos hallados en la Ciudad de la Selva muestran una fotografía de la vida cotidiana