viernes. 29.03.2024

Moscones y mosquitos

Abrir una ventana al mundo es siempre una muestra de querer que el mundo te embargue, te corresponda. Abrir una ventana al mundo es querer participar de él de la manera que sea, dejar de estar encerrado, echar una ojeada ahí fuera y ver las cosas que quedan por aprender.

Hasta aquí, perfecto, aunque se me olvida darles un detalle. Cuando abran esa ventana al mundo para aprender y disfrutar de él, comprueben que fuera hace frío. Esto es así. Es indispensable. De lo contrario, en el momento en que abran la ventana al mundo, la volverán a cerrar, asumiendo el riesgo de morir asfixiado de calor.

¿Qué nos pasa en verano que de repente el volumen de nuestras conversaciones de calle se incrementa sobremanera, sobre todo cuando sobrepasamos las 12 de la noche? ¿Qué les lleva a algunos a pensar que Los Clavelitos es una canción que a todo un vecindario apetece escuchar un sábado de madrugada?

Realmente es una faena. Porque es en verano cuando más necesitamos abrir una ventana al mundo, ya no para participar de él, porque unirte a Los Clavelitos tuneros no es precisamente la opción que contemplas cuando, desvelado, mascullas maldiciones varias desde la cama. Lo que deseas realmente es abrir la ventana por necesidad, porque hace un calor tremendo y necesitas refrescar el ambiente para poder dormir. Y aquí es donde la pescadilla ya se ha mordido la cola. Porque abrir una ventana al mundo en verano para dormir es una contradicción en sí misma.

Es entonces cuando además de oír los volúmenes excesivos de algunos, escuchas toda una selección de sonidos estridentes encargados de no dejarte conciliar el sueño aliándose con el calor. Vecinos que tienden la ropa a las dos de la mañana en un tendal que chirría con el altavoz que produce el eco de la noche. Dueños que dejan a sus perros poco mordedores en patios de luces donde los gatos campan a sus anchas contribuyendo a la desesperación de los canes y al ladrido fácil.

Terrazas en ebullición gastronómica nocturna, adultos que conversan demasiado animadamente, niños de vacaciones que juegan al juego del que más grita, vidrios de locales cercanos desechados fuera de hora, coches que pitan porque sí, o porque conocen al de enfrente, o porque el de delante lleva dos segundos parado…

Realmente el calor no contribuye al disfrute que produce abrir una ventana al mundo para que el mundo te corresponda. Esperen al frío. Evitarán así que por la ventana, se cuele algún moscón, o mosquito.

Raquel Cruz

Moscones y mosquitos