jueves. 28.03.2024

Machismo innato

Hoy quiero hablarles de un caso real, acontecido en el siglo XXI aunque parezca que les hablo desde las cavernas. Nos lo ha trasladado una oyente de confianza que nos ha dejado contarlo, porque estas cosas deben al menos, ser dichas, para que todo el mundo las oiga, porque no tienen desperdicio.

Les pongo en situación: una mujer busca trabajo, es abogada y se apunta a una oferta en la que buscan emplear un abogado. Unos días más tarde recibe una llamada, está contenta, desde el otro lado del teléfono le dicen que han recibido su currículum, y de ella se apoderan incluso los nervios, porque está recibiendo respuesta de una empresa importante que parece que quiere contar con su experiencia.

El que le habla, le espeta: «Disculpe señorita, quizás ha habido un malentendido y yo he redactado mal la oferta, pero lo que buscábamos es un hombre abogado porque a veces hay que viajar a Sevilla».

Efectivamente, así, como se están sintiendo ustedes, se sintió ella. Primero desconcertada, no acertó a decir palabra alguna; acto seguido cabreada, con ganas de decirle cosas no muy bonitas al que desde el otro lado de la línea intentaba razonar los motivos por lo que una mujer, no era válida para el puesto.

Y tras la rabia, se sintió decepcionada, entristecida por ser testigo de lo desconectados que todavía algunos especímenes pueden estar, a pesar de, cómo es el caso, formar parte de las directivas en grandes empresas con muchos trabajadores y trabajadoras a su cargo.

Cuando hubo de recuperarse del shock, la abogada compartió con nosotros y con muchos más, la historia que acababa de vivir, para dar visibilidad a un problema que sigue latente en nuestra sociedad. Un machismo innato, que parece adquirido con el ADN, que sale a la luz cuando menos te lo esperas, como cuando un directivo piensa que el sexo masculino es el único capaz de coger un coche para viajar a Sevilla a desempeñar su trabajo.

Un machismo retrógrado arraigado, que sólo da un mes de baja por maternidad al hombre y tres y medio a la mujer, quitándole la responsabilidad a él, además de la opción de igualar oportunidades. Un machismo siempre residual en lo que se cree limpio, que implica la pérdida del valor de las mujeres como ejecutivas, de pleno derecho de ejercicio en nuestro país.

Un machismo que de momento ha hecho a esa empresa perder un valor, una gran trabajadora con gran currículum, labrado en un mundo mayoritario de hombres en el que por desgracia, y tal y como ella misma contaba, ésta no ha sido la primera vez. Esperemos que sea la última.

Raquel Cruz

Machismo innato