martes. 16.04.2024

Regentar un sueño

Me colé en el local agachando la cabeza para pasar por debajo de la verja a medio echar. La puerta estaba abierta, y al fondo, se oía hablar de vinos. Me pidieron que esperara, que podía hacerlo en una mesa, solo un momento, que enseguida estarían conmigo. Así lo hice.

Me senté en un robusto banco de madera, y perdí la mirada en la decoración del local. De pronto jugaba de niña a los pies de aquella barra de bar, sorteando taburetes elevados que giraban sobre sí mismos, y en los que siempre provocábamos alguna vuelta de más. Entonces, salía de la cocina su sonrisa primero y Mari Carmen después, tortita de nata en mano, y nos faltaba tiempo para frenar las vueltas del taburete y sentarnos a merendar. Nada nos mantenía más quietos.

Recuerdo los juegos con otros niños en la parte de atrás, en la pequeña zona de mesas del fondo. Recuerdo las bromas de Pepe, su movimiento constante, su actitud de trabajo, el ritmo frenético de una noche de sábado, con el bar repleto de gente, atraída por la profesionalidad y el buen ambiente.

Mirando una carta de vinos perfectamente colocada dentro de un bote transparente, volví a la realidad y entonces seguí observando detalles, descubriendo el arte del aprovechamiento en cada uno de ellos. En la lámpara hecha con un cubeto de vino de alguna bodega, en los troncos de madera de árboles de alguna granja. Reflejo todo ello de una filosofía bien hilada, muy pensada, trabajada durante años hasta que se ha visto plasmada finalmente.

Completaban la experiencia los dos amigos convertidos en socios que un día decidieron que era el momento de hacer realidad aquella promesa de juventud en la que se veían regentando un sueño. Hace algo más de una año, Oliver y Vene ponían en marcha una granja, con su huerta, sus animales, sus ilusiones. La idea, surtir de productos a un local cuya esencia aún hoy perdura, aquel primer Agarimo, en el que muchos pasamos tan buenos ratos.

Solo podemos desear que su clientela, la de Oliver y Vene, quede tan satisfecha como la de Pepe y Mari Carmen y que estén al frente de ese sueño tantos años como ellos lo estuvieron, y que solo les jubile el tiempo.

Raquel Cruz

Regentar un sueño