El primer recuerdo es su mano en mi cara, el mejor y más infalible truco para quedarme dormida al instante. Recuerdo el calor de una cocina, el horno funcionando, un bizcocho dentro, a mi hermano poniéndoselo difícil aporreando las ollas que previamente había sacado solito de un mueble a su altura que ya sabía abrir solo. La recuerdo riendo, intentando terminar el chiste de Jaimito que las carcajadas no dejaban nunca escuchar el final.
A él, le recuerdo sentado en el sofá del salón, con la tele apagada y la radio encendida. El volumen al máximo. «El partido se entiende mejor así», solía decir. Le recuerdo impecable, con su traje perpetuo de director de banco que completaba una corbata obligatoria digna de domingo, que él la hizo habitual.
Les recuerdo de gancheta por el Malecón en un paseo infinito, altanero él, orgullosa ella. Toda una vida juntos, desde que los viajes en bici del gallego para rondar a la de Puente de Domingo Flórez, dieron su fruto y terminaron uniéndoles para siempre. Quien les iba a decir que terminarían siendo los mejores abuelos para cuatro nietos que peleábamos por sentarnos en sus rodillas.
Tuve dos más, pero tengo otro tipo de recuerdos. Se fueron demasiado rápido, no llegué a tiempo para conocerles. De ella me contaron que era dulce y cantarina; de él, que siempre estaba de broma. Estoy segura de que hubiesen ejercido estupendamente su papel si la vida les hubiese dejado. Aún así, su historia siempre ha formado parte de la mía.
Ellos fueron un pilar fundamental en mi vida como lo son para los que tienen o han tenido la suerte de disfrutarlos. Son los incondicionales, los que siempre están, los que aprenden a nadar de mayores por estar con los nietos en la piscina; los que preparan cuatro platos de menú por si los tres anteriores no son del gusto de los comensales más exigentes de la casa; son los que no han podido dormir tras una mala noche de sus invitados, pero al día siguiente maquillan el parte de guerra.
Son los mejores y hoy es su día. ¿Lo celebramos? Ahí va nuestro recuerdo, que paséis un buen y merecido Día de los Abuelos.
Raquel Cruz