jueves. 28.03.2024

Seguir viviendo

Estaba en casa, veía los informativos. Desde pequeña, esto de la comunicación me ha llamado mucho la atención… En la TVG decían que había sido una avioneta pequeña, un accidente fortuito. Hice zapping tras los deportes y tropecé con las noticias de Antena 3. Matías Prats hablaba de aquel accidente, pero no describía una avioneta, era algo de mayor tamaño. Detrás de él, una imagen distante, una columna de humo, mucha confusión. El informativo no llegaba a su fin, la noticia era importante, y la emisión continuaba su curso. Los datos llegaban poco a poco, se completaban en directo. Hasta que vimos la primera imagen de cerca.

Crucé las piernas sobre el sofá. Me abracé a un cojín. No podía creer lo que veía. Un rascacielos se partía en dos, a la vista dejaba sus entrañas. Las llamas de aquel incendio ocupaban por completo la pantalla del televisor, en directo, imagen fija. Y nadie sabía qué lo había provocado. Un avión, dijeron por fin. ¿Un avión? Y de repente, al lado de la imagen fija de la primera torre, un segundo impacto se intuía en la torre gemela, sita junto a la primera. El plano se abría. Y yo levantaba el cojín sobre mis ojos para no verlo, para evitarlo. No quería mirar.

Las torres gemelas estaban sufriendo el peor ataque terrorista de la historia, el que daría el nombre al 11-S, el que atacaba el corazón de Nueva York, el corazón de occidente, el que dejaría casi 3.000 muertos y más de 6.000 heridos, el que cambiaría el rumbo del mundo marcando un antes y un después.

Cualquiera que por aquel entonces contase con conciencia, no podrá por más que quiera, borrar de la memoria aquel primer atentado en directo. Aquel derrumbe de la primera torre, vendría detrás la segunda, aquellos primeros supervivientes y sus caras después de haber visto el horror. Aquellos bomberos, corriendo en dirección al desastre, dejando sus vidas allí. Aquellos cientos de historias personales que aún hoy, 17 años más tarde, seguimos descubriendo.

El mundo vivió la conmoción de un país. Sus gentes aprendieron a sobrevivir, a asimilar para seguir viviendo. Hasta Barrio Sésamo se encargó de contarle a los niños qué es eso del miedo y el estrés postraumático. Todos tuvieron que encontrar las respuestas a tantas preguntas para poder seguir adelante.

Raquel Cruz.

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