viernes. 19.04.2024

Maleteros desordenados

parque infantil calabagueiros

Es cuando menos curioso ver en lo que se ha convertido tu maletero del coche cuando ahora portas enseres que nunca pensaste portar en una simple salida al Malecón, en una tarde de sol de esas que regalan los primeros días de otoño… Es más, lo que resulta cuando menos curioso es, que recurras al coche para poder disfrutar de esa tarde, porque nunca pensaste que vivías «lejos», cuando «lejos» hoy es para ti «cuatro calles más allá» de tu destino.

Tras la sillita de bebé que has colocado en la acera, has sentado y abrochado con rapidez al pequeño, buscando inquieta su chupete entre la ropa para calmar su poca paciencia. De paciencia te has armado al atender los reclamos de la mayor, sentada aún en la silla del coche. Allí esperaba la ayuda de mamá que no llegaba, porque frenética buscaba, en el maletero, la forma de sacar un patinete enterrado entre montañas de otras cosas.

Producido el rescate del patín, pies ya en tierra, la mayor ha reclamado el balón mientras intentabas recordar dónde habías puesto la merienda. Atendiendo su demanda lo has encontrado, detrás de las toallas de la piscina, al lado de la compra, y ha sido entonces cuando el pequeño, chupete en mano, te ha recordado tu demora en la búsqueda de la merienda, y su hambre feroz. Así que has acudido al asiento delantero, allí la habías dejado, temerosa de perderla en un submundo donde, desde que eres madre, hay de todo menos maletas.

He pasado a tu lado cuando cerrabas el coche a la vez que colgabas del hombro la bolsa de la merienda, empujabas el carrito, advertías a la mayor de no alejarse y cogías el patín olvidado por las patadas al balón. Ibas camino del parque o de un banco si la cosa se tuerce y el hambre aprieta, a disfrutar de una tarde de sol de esas de principios de otoño…

De tu parte, al saludarte, he recibido una sonrisa ojerosa, algo cansada. La mayor se alejaba, has tenido que irte, y yo he querido decirte que lo estás haciendo muy bien. Que son felices, no hay más que verlos y que aunque ahora todo junto es a veces demasiado, la felicidad está precisamente, en los maleteros desordenados como el tuyo.

Raquel Cruz

Maleteros desordenados