viernes. 19.04.2024

Maldito olvido

Te he mirado y no me has reconocido. Me he acercado más, te he sonreído. Y tus ojos han seguido viéndome sin conocerme. Me he quitado las gafas y he dicho rápido mi nombre, dándole un beso a la incertidumbre en tu rostro, inquieto por no encontrar la respuesta. Te he cogido las manos cuando me has sonreído al recordar, y hemos celebrado juntas el encuentro.

«Pero qué despiste» me han dicho tus mejillas coloradas, y entonces te has acercado queriendo saber de mí. En medio de mi relato he visto despistada tu atención, ya no estabas allí. Dos niñas que jugaban a tu lado han desviado tu interés y enseguida has comenzado tu ritual, aquel que atrapa a toda persona menuda que se cruza en tu camino. Lo sé porque estuve ahí, porque fui persona menuda atrapada como una más, detrás de aquel mostrador en el que nos colábamos a comer tus tortitas con nata antes de que tu marido entrase en escena. Eras dulce y cariñosa, y todos los niños queríamos estar a tu lado. Y en esto, nada ha cambiado.

Hoy no fui niña para jugar contigo, para captar tu atención. Hoy me miraste lejana, por momentos desconocida, y yo te observé perdida, y no lo quise admitir. Porque nunca me habías mirado así, nunca sin risa, sin recuerdos, queriendo saber quién soy, buscando en tu memoria quien fui.

En el juego infantil de aquella plaza, los niños te han vuelto a rodear, hasta la más tímida te has llevado contigo y ha jugado como una más. Una torpe carrera de pilla-pilla ha delatado el paso del tiempo; ellos han seguido corriendo mientras te dejaban atrás. Tú te detenías a verles, a escuchar con los ojos cerrados sus cómplices carcajadas, sus gritos constantes que te hacían reír. Y allí he vuelto a verte de nuevo, a colgarme en tus brazos, a disfrutar de ti. Como si el tiempo no hubiese querido borrar quienes fuimos, cuánto jugamos, cuánto reímos.

Porque no es justo que el maldito olvido sea más fuerte, hoy ya me acuerdo yo, de nuestra amistad, por ti.

Raquel Cruz

Maldito olvido