jueves. 28.03.2024

Compañeras de pupitre

Perdí tu pista hace años, cuando terminamos el cole y ya no volvimos a ser compañeras de pupitre. De aquel tiempo recuerdo tu inteligencia, tu rapidez de respuesta, tu mano siempre levantada ante cualquier pregunta del profesor. La primera en terminar la tarea, la primera en llegar a meta, el reto diario contigo misma por ser siempre la mejor, fuese en la materia que fuese.

Y te recuerdo cerca, te recuerdo amiga, saltando a la comba a mi lado, llegando primera al columpio y cediéndolo al que venía detrás. Fondo bueno, buenos deseos, sueños de niñas al fin y al cabo que compartimos durante tanto tiempo.

Han pasado cerca de 25 años y me ha costado reconocerte. Te he mirado a los ojos cuando te has cruzado conmigo y nada quedaba ya de aquel brillo tan especial. No te he visto al mirarte, no eras tú. Solo ha habido un instante, justo cuando has bajado la vista al suelo después de encontrarte conmigo, en el que te he visto con la falda del uniforme torcida y sonriendo otra vez. De pronto corríamos por el patio del cole tras una pelota, intercambiábamos muñecas, pintábamos juntas en el mismo papel.

Me contaron que nuestras vidas, al cumplir catorce, fueron por caminos muy distintos. Me contaron que seguiste siempre queriendo ser la mejor. Hasta que en tu vida se cruzaron algunos que no tenían tu inocencia ni tus buenos deseos y la necesidad te obligó a olvidar quien eras. Odio escuchar que no eres buena, que eres cobarde y que elegiste vender tu vida por un colocón más. Odio que digan que deberías cuidarte de a quién te arrimas, insinuando que eso lo has escogido tú.

Odio que juzguen sin conocerte, sin saber quién eres de verdad. Y odio unir las piezas del puzzle tan tarde… Porque buscando en mi memoria también te encontré llorando y ahora supe por qué. El cole era para ti tu hogar y los compañeros de pupitre, tu familia. Allí eras feliz, la primera en llegar a meta, la que siempre corría más, dejando atrás un hogar roto.

Ellos no entienden como yo tampoco entendí, que la vida fue injusta para ti desde el principio, que tu sonrisa tapaba tu angustia y que siempre eras la última en recoger porque no querías volver a casa.

Raquel Cruz

Compañeras de pupitre