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Pues llegó el día. El día en que comienza el grueso de la programación de las Fiestas do Cristo de O Barco, el día en el que darán su pistoletazo de salida. El día en el que comenzaremos a disfrutar de un programa lúdico, cultural y deportivo. El día en el que participaremos de muchas cosas que nos caracterizan, que nos definen como barquenses, que deben generar en nosotros orgullo de serlo. Y no hablo de si un grupo de música me gusta más o menos, o si este año deberían haber traído mejor a esta orquesta. Hablo de nuestra historia, de nuestra tradición, de lo que nos hace quienes somos.
Hablo de la defensa de lo que perdura año tras año en el tiempo. Hablo del Cristo, de su procesión, de sus calantornias centenarias y avezados cabezudos. De madrugar para tirarte al agua y llegar el primero. De coger el tren que te lleva a Sobradelo, para seguir el curso de las piraguas hasta su llegada al Malecón. Hablo de magia, de teatro, de pandillas, de charangas, pasarrúas y fuegos de artificio, de a ver quién corre más la mañana del domingo en el Malecón.
Y ahora también hablo de arte, del que ha engalanado nuestra villa de una forma distinta, del que ha dejado su impronta, en forma de peces de colores, en los muros del Malecón a la vera del Sil. Hablo igualmente de lo nuestro, de una feira que ha querido devolvernos la tradición perdida. Hablo de canciones cantadas y bailadas por nuestros niños y jóvenes, los que han aprendido a amar la música desde tan pequeños.
Hoy ha llegado el día de presumir del pregonero elegido, de exaltar con él esta fiesta y disfrutarla un año más.
Raquel Cruz
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