El fuego del magosto calienta la noche de Córgomo y Arcos
Si hay una costumbre profundamente arraigada en Valdeorras, esa es, sin duda, la del magosto. Desde tiempos antiguos, cuando el frío comenzaba a hacerse notar y los bosques se llenaban de castañas, cada pueblo organizaba su propio encuentro alrededor del fuego. Era el momento de compartir, de asar las primeras castañas de la temporada y de probar el vino nuevo, a menudo sustituido por la popular “purrela”, un vino más suave que permitía brindar sin excesos.
El humo, el calor del fuego y las risas formaban parte de una estampa que se repetía año tras año, especialmente en las fechas señaladas de Todos los Santos y San Martiño. Durante todo el mes de noviembre, el aroma de las castañas asadas se colaba por las calles y llenaba de vida los pueblos de la comarca.
Hoy en día, el espíritu del magosto sigue más vivo que nunca. Aunque el menú se ha enriquecido con chorizos, bica y dulces variados, la esencia sigue siendo la misma: reunirse, compartir y disfrutar.
Este sábado 8 de noviembre, los pueblos de Córgomo y Arcos, pertenecientes al ayuntamiento de Villamartín de Valdeorras, celebraron sus magostos con gran participación y ambiente familiar.
En Córgomo, la cita comenzó a las 19:00 horas, y lo hizo de manera especial: con el encendido de las luces de Navidad en la casa del pueblo. Entre bromas, los vecinos comentaban divertidos que “se adelantaron a Abel Caballero”. El menú fue sencillo pero infalible: castañas asadas, bollos preñados, bica y vino. Cerca de 300 personas se acercaron a disfrutar de la velada, amenizada por la música del grupo Abertal, que llenó la noche de ritmo y alegría.
Por su parte, Arcos encendió sus brasas media hora más tarde, a las 19:30 horas, junto al Centro Social. La propuesta fue similar: bolos preñados, vino, castañas, dulces y licores. Alrededor de 300 personas se reunieron alrededor del fuego, donde una enorme mesa de postres, elaborados por la Asociación de Vecinos, despertó la admiración de todos. El vino corrió a cargo de la Asociación de Coveiros, y una discomóvil puso el toque musical a la celebración. Tampoco faltó el tradicional “pintor”, encargado de tiznar a los asistentes con humor y buena mano.
El fin de semana magosteiro también se sintió en O Bolo, donde el pabellón municipal acogió el Magosto Popular organizado por la Asociación de Mulleres Rurais. Por tan solo 10 euros, los asistentes disfrutaron de un completo menú con bolo preñado, panceta, bebida, chocolatada y bica, en un ambiente cálido y familiar.