jueves. 28.03.2024

La comarca de Valdeorras es el lugar elegido por emprendedores que decidieron apostar por mejorar su calidad de vida volviendo al pueblo

Jorge, Beatriz, Lorena y Emilio son cuatro de las personas que decidieron dejar su vida en grandes ciudades y establecerse en el rural; en concreto en A Veiga, Vilariño de Conso y Vilamartín. Tienen en común orígenes en la comarca de lo más diverso y deseos de mejorar la zona.

En A Veiga el plan, impulsado por el concello, de ayudas a autónomos y a la vivienda ha dado como resultado que personas como Jorge Blanco se establecieran aquí donde también ha ubicado su estudio de arquitectura. «Mis padres son de A Veiga pero nunca vivimos aquí. Yo trabajaba en una empresa en A Coruña y un día, hablando con Juan (Anta, alcalde veigués) me comentó las ayudas a la vivienda, a autónomos… y decidí venir. No me arrepiento», destaca el arquitecto quien ya lleva más de tres años viviendo en la zona alta de Valdeorras.

Asegura que tiene mucho más trabajo que en la empresa en la que trabajaba en A Coruña, «es verdad que hay días que trabajo hasta 15 horas pero se llevan de otra manera», detalla añadiendo que en A Veiga realiza todo tipo de trabajos en su campo como reformas, asuntos de catastro... además de gestionar las subvenciones de remodelación de vivienda

También en A Veiga se estableció Beatriz Prieto quien nació en la localidad de Meixide pero con 22 años se fue a Madrid. «Estuve 28 años en Madrid. Trabaje como asistente social, en residencias, en ayuda a domicilio…pero mi pareja y yo decidimos volver a A Veiga en 2010», matiza. La mala suerte le tocó cuando falleció su pareja pero ella no se desanimó y, en cuanto vio la oportunidad, emprendió creando la Casa del Mayor, dentro del programa impulsado por la Xunta de Galicia. «Desde marzo está cerrada pero espero poder abrirla en septiembre» relata la mujer quien señala que está muy contenta de la decisión tomada. «Además, aquí en el rural la gente mayor necesita un sitio donde poder ir», añade.

Beatriz Prieto en la casa del mayor

Por su parte, en Vilariño de Conso está Lorena García. Ella nació en la localidad y, excepto el tiempo que estudió su formación universitaria, ha vivido siempre allí. También de Vilariño es pareja y allí ha nacido su hija. Ahora, este municipio es donde ha decidido ubicar su nueva empresa informática. «Me dí de alta el 1 de junio pero la empresa todavía está en construcción», afirma. «La informática ahora está muy presente y yo estoy muy interesada en la docencia por ejemplo a gente mayor» relata añadiendo que ya ha impartido cursos sobre el uso de la tecnología, como WhatsApp. «Acabamos de vivir una época en la que mucha gente no sabía utilizar estas herramientas y la gente está interesada en aprender».

Lorena García

Correxais, en el municipio de Vilamartín de Valdeorras fue el lugar elegido por Emilio Buendía y su pareja para situar su residencia después de años viviendo en Madrid. «Yo no soy de aquí pero mi pareja sí y desde 1993 veníamos, conocí la zona…y en 2007 decidimos establecernos aquí», relata Emilio quien añade que su pareja viajaba en un tren cuando se produjeron los atentados del 11 de marzo de 2004. «Ese fue el punto de inflexión. Decidimos vivir bien, con tranquilidad y mejorar nuestra vida viviendo aquí», explica.

Emilio no es simplemente un vecino sino que decidió implicarse en la vida de la aldea. «Fui presidente de la comunidad de montes durante ocho años» y explica que además realizan en conjunto con el resto de los vecinos, los trabajos necesarios para el pueblo como la limpieza de la traída de agua.

Tanto Emilio como Jorge, Lorena y Beatriz recalcan cómo ha mejorado su calidad de vida con este cambio. «En Madrid la contaminación es constante. Aquí hay aire puro, tranquilidad, paz. Me alimento de mi huerto… Todo es mucho mejor», relata Beatriz. «Me gusta mucho la tranquilidad, no el ajetreo de las ciudades», asegura Lorena.

«Las ciudades ahora son imposibles. Todo son prisas, carreras…», detalla Buendía. «Buscábamos una aldea y el cambio fue total pero para mucho mejor. Aunque hay que hacerlo con cabeza, saber dónde te metes pero no me arrepiento. Estoy muy cómodo y no echo de menos nada», advierte.  

«El cambio, para mí, ha sido muy positivo», asegura Jorge quien detalla que en A Coruña llevaba otro tipo de vida. «El trato con la gente es mucho más familiar».

Ninguno es ajeno que la crisis sanitaria ha provocado una vuelta al rural tal y como subraya Emilio. «Animo al que quiere a vivir en los pueblos pero ahora se hizo mucho publicidad y creo que ha engañado a la gente», asegura aunque admite que su casa tiene un terreno lo que le permitió, durante el confinamiento, no salir de su propiedad pero disfrutar del aire libre. «Entiendo que para la gente que ha estado en un piso es más duro».

Buendía también afirma que es necesario el apoyo de las administraciones para vivir en el rural. «Las aldeas están un poco dejadas por todos en general. Los concellos tienen un dinero limitado y no pueden trabajar en todo los necesario; pero temas como Internet, las carreteras…siguen siendo muy precarios. Las administraciones, sea cual sea y del color que sea, deben trabajar en poner en valor lo que tenemos», concluye.

En esta misma línea se pronuncia Lorena quien admite que las administraciones tienen olvidadas a las poblaciones rurales. «No hablo solo de infraestructuras visibles como carreteras sino de la vida cotidiana. Tú ya sabes que no tienes un cine a cinco minutos pero no tenemos ADSL ni cobertura telefónica de todas las compañías», relata.

Emprender la vida en el rural