viernes. 29.03.2024

El municipio de Rubiá une Galicia con León, rodeado de naturaleza, es un magnífico lugar para disfrutar del verano

Senderismo, relax, naturaleza, gastronomía, diversión…son las palabras que a cualquiera que conozca Rubiá se le vienen a la mente.

Para conocer Rubiá hay que tener bien abiertos los ojos pues el patrimonio natural y cultural se dan la mano en estos paisajes mágicos, salvajes y protegidos. Una de los lugares que no nos debemos perder es en el que se encuentran las tierras más montañosas y más abruptas, aquí la Serra da Enciña da Lastra, con cimas que superan los mil metros. Déjate cautivar por sus rutas de senderismo y alcanza la cima en As Tres Marías u O Piornal.

El río Sil ha elegido este lugar para adentrarse en tierras gallegas. Sus cursos fluviales rodeados de montes forman muros naturales y barrancos que encierran las aguas, ideales para practicar deporte. Dos destacados afluentes son los que discurren por las tierras municipales, dejándole sus aguas al Sil: el río Galir y el Meiral, alrededor de los que se forman interesantes rutas de senderismo en los que la flora y la fauna embriagan al caminante.

Tampoco se puede perder las grutas de la Serra, las conocidas como Palas, un reino mágico de estalactitas y estalagmitas. Además, en ellas se ubican algunas de las mayores colonias de murciélagos de España y es que el parque es un refugio para muchos animales pues también es un destacado lugar ornitológico.

La flora de Enciña da Lastra es un tanto peculiar en Galicia, ya que tiene ciertas características mediterráneas: bosques de encinas, castaños, prados perfumados con el aroma del tomillo silvestre y más de 25 especies de orquídeas.

Pero, ¿por qué Parque da Enciña? Parece ser que, antiguamente, una encina de grandes dimensiones servía antaño de guía a los viajeros por estas encrucijadas. Así alcornoques, rebolos, almendros y olivos se unen a la enciña en un catálogo primaveral. También hablamos de los castaños y retrocedemos dos mil años, puesto que son uno de los obsequios que los romanos dejaron en esta tierra (mientras buscaban oro).

Y ante tal maremágnun de información, la recomendación es acudir a Biobra donde se encuentra el Centro de Recepción de Visitantes y, para hacernos una idea, recorrer la ruta entre Vilardesilva y Covas que discurre por el margen derecho del Sil, descubriéndonos el cañón fluvial con increíbles gargantas donde se atisban aves rapaces.

Por otro lado, y para los más preparados podremos acercarnos a los Penedos de Oulego y descubrir los escondidos paraísos naturales y paisajísticos que son el secreto mejor guardado de las duras sierras del oriente ourensano.

Después de recorrer tan hermoso lugar, el consejo es relajarse en las, recientemente reformadas, piscinas de Rubiá. Allí podemos darnos un chapuzón, tomar el sol y disfrutar de las horas donde el calor más “aprieta”.

Cuando el calor no aceche ya, podemos comenzar a conocer las pedanías del concello donde su particular arquitectura y los vestigios de la historia se unen, de manera perfecta, con esta flora tan particular de Valdeorras que en Rubiá se expone sin recato.

Rubiá, la naturaleza de Valdeorras