David Díaz López: del bar de Petín al cine fantástico en 60 segundos
Petín tiene bares, y tiene artistas. David López es de esos que no solo te sirven una caña, también te montan un corto en lo que tardas en tomártela. Porque por sus venas corre arte, y ahora también cine. Su más reciente hazaña: ganar la sección amateur del Fantafesti, el festival paralelo al prestigioso FanCine de Lemos, con un corto que dura... un minuto. Sí, uno. Pero qué minuto.
«Ganamos el Fantafesti», dice David con esa humildad de quien sabe que lo hizo casi todo él solo. Cámara, dirección, montaje, postproducción... Todo, menos actuar, aunque ahí también se coló porque no le quedó otra. Eso sí, los actores fueron de la tierra: el Luis, el Julio, el Lixo... y él mismo. Gente del pueblo, de confianza y con ganas.
El corto se llama “Doppelganger”, palabra alemana que designa a un doble malvado que, si se cruza contigo... bueno, no acabas bien. El guion fue claro y efectivo: crear tensión en 60 segundos, con recursos modestos pero ideas potentes. «Más difícil que contar una historia en tres horas», dice David. Y tiene razón. El resultado convenció tanto al público como al jurado.
El corto que nació en el bar
La idea surgió tras asistir al festival el año pasado. David, fan declarado del cine de terror, se dijo: «Esto lo puedo hacer yo». Y lo hizo. Grabado con el móvil, como exigía la sección amateur, y con exteriores muy de aquí: el malecón de Petín, su propio bar y la tienda de Luis.
El estreno fue este jueves en su bar, con pantalla grande, colegas y emoción a flor de piel. No cabía un alfiler. «No lo anuncies que no hay sitio», bromeaba.
De Petín a Sueca (y lo que venga)
Pero esto no termina aquí. David está embalado. Ya prepara su próximo corto para el BaiDeFest —el único Festival de cortos Fantásticos y Terror del Alt Empordà que se celebra en la hermosa localidad de Roses de Girona— y C.I.M. de Sueca —Festival de Cine Internacional de Mierda de Sueca—, «especializados en cine gore, serie B, casquería y todo lo bizarro que uno pueda imaginar. Esta vez será más largo», asegura, con una mezcla de entusiasmo y descaro muy suya.
David lo tiene claro: esto no va a ser flor de un día. «Lo hicimos entre amigos, sin cobrar, por amor al arte», repite con orgullo. Porque lo que empezó como una broma entre cañas, se ha convertido en una motivación nueva, una forma de contar historias... y quién sabe, tal vez en el principio de algo más grande.