Día Internacional de la Discapacidad: cuando miramos a los demás y descubrimos también nuestras propias limitaciones
Según la Real Academia Española, discapacidad es la «situación de la persona que, por sus condiciones físicas, sensoriales, intelectuales o mentales duraderas, encuentra dificultades para su participación e inclusión social». Y yo me pregunto… ¿de verdad alguien está completamente fuera de esa definición? ¿De verdad creemos que solo la persona que utiliza una silla de ruedas, un bastón o un apoyo visible entra en esa categoría?
Porque —pensemos un momento— todos, absolutamente todos, arrastramos algún tipo de limitación. Algunas se ven, otras se intuyen… y otras apenas nos atrevemos a reconocerlas. La discapacidad física es la más evidente; la intelectual requiere profundizar un poco más. Y luego está la afectiva, esa que a veces se oculta tan hondo que descender hasta ella es casi como excavar con delicadeza los restos frágiles de una antigua historia personal.
Y sí, también quienes nos creemos «normales» tenemos nuestras discapacidades emocionales, sociales, afectivas. La falta de empatía, por ejemplo, ¿no es acaso una forma de limitación? ¿La incapacidad para ponernos en el lugar del otro, para contener, para cuidar, para escuchar? Todo eso también nos condiciona para relacionarnos, para convivir, para construir comunidad. Hoy, por tanto, no hablamos solo de «los otros». También hablamos de nosotros.
¿Qué es la discapacidad en la sociedad actual?
Hoy la discapacidad no se entiende únicamente como un rasgo individual, sino como el resultado de un entorno que no está preparado para incluir. Una persona no es menos capaz por sí misma, sino por las barreras —físicas, sociales, económicas, mentales— que le impone su entorno. Vivimos en una sociedad que ha avanzado, sí, pero que sigue arrastrando obstáculos que impiden la plena participación de millones de personas.
¿Por qué un día dedicado a la discapacidad?
Porque los Días Internacionales nos ofrecen una oportunidad única, la de sensibilizar, la de recordar derechos, la de señalar desigualdades. Un día como el de hoy impulsa conversaciones necesarias, visibiliza injusticias, despierta urgencias políticas. Y también nos permite mirar de frente las realidades que, el resto del año, pasan demasiado desapercibidas.
Lema 2025 del Día Internacional de las Personas con Discapacidad
Este 2025, el lema propuesto a nivel internacional hace hincapié en la importancia de las sociedades inclusivas para el progreso social.
Y tiene mucho sentido. Porque una comunidad solo avanza cuando todas las personas —todas, sin excepción— pueden formar parte del camino.
Datos que obligan a reflexionar
Se estima que 1.300 millones de personas, es decir, 1 de cada 6, viven con una discapacidad importante. Una cifra tan enorme que, en realidad, debería hacernos replantear qué entendemos por normalidad.
Algunas personas con discapacidad viven hasta 20 años menos que quienes no la tienen. Las posibilidades de padecer depresión, obesidad, problemas bucodentales, ictus, diabetes o asma se duplican.
Pero lo más grave no es eso…
Lo más grave es que muchas de estas diferencias no tienen un origen biológico, sino social. Se derivan de condiciones injustas: la estigmatización, la discriminación, la pobreza, la exclusión de la educación y del empleo, y de unas barreras que todavía persisten incluso dentro del propio sistema sanitario.
Por eso hablamos hoy de sociedades inclusivas, porque la inclusión no es un gesto de amabilidad, es justicia. Es igualdad. Es permitir que cada persona viva con la dignidad que merece.
Hacia una sociedad inclusiva
Una sociedad inclusiva es una sociedad que escucha más y juzga menos. Que adapta espacios, pero también miradas. Que entiende que la accesibilidad no es solo una rampa, sino una actitud. Y que reconoce que la diversidad —física, sensorial, intelectual, emocional— enriquece y nunca resta.
Avanzamos, sí, pero aún queda camino. Y ese camino empieza por algo tan sencillo y tan complejo a la vez como la empatía. Mirar al otro sabiendo que, en algún punto, todos necesitamos ser comprendidos, acompañados y aceptados.